¿Realidad o ficción?
Una efectiva Real Sociedad remontó ante un Xerez que fue incapaz de reaccionar Bermejo puso por delante a los azulinos que cayeron derrotados tras un 'hat trick' de Abreu
Actualizado: GuardarTranquilidad, pegada, efectividad, poca inseguridad en la zaga... Pero no hablamos del Xerez. La Real se mete moralmente en la pomada tirando de las mismas armas que al Xerez le han impulsado a lo más alto de la tabla. Esteban llevaba toda la semana dándole vueltas a los primeros 45 minutos de Valencia y ayer tendrá que trabajar el doble para intentar comprender cómo la Real, con sólo dos jugadores, da la vuelta al marcador de tal manera. Lejos de las críticas a los jugadores -algunos demasiado en el punto de mira de la grada-, a este Xerez le pasa algo. Ayer no jugó mal, de hecho, enamoró en los primeros 25 minutos, pero la Real se llevó mucho con poco, ¿o tal vez no?
Después de una semana de elucubraciones, la sorpresa la aportó Esteban desde el minuto uno. El míster del Xerez confesaba que hasta última hora no iba a decidir posibles novedades en el once titular, pero lo cierto es que el malagueño aprovechó los dos empates consecutivos para mandar a dos jugadores a su sitio natural desde el inicio de temporada. Carlos Calvo y Calle aportaron lo suficiente como para llevar al equipo al liderato, pero ayer dejaron su sitio en el once titular a Brian Sarmiento y Pedro Ríos.
El líder de la categoría quería dejar claro que los dos tropiezos anteriores iban a pasar al olvido rápidamente. Para empezar, los azulinos pretendían desquitarse rápido del sistema sorprendentemente ofensivo de Lillo. Con Sarmiento y Ríos el Xerez gana velocidad, pero pierde mordiente arriba dejando solo a Mario Bermejo. Pero Súper Mario está en racha. Atrás quedaron las de Antoñito, Momo y Calle, y ahora le toca al cántabro. No pasaron más de diez minutos para que el 9 del Xerez aprovechara una falta botada por Momo para lograr el primero de la tarde. Efectividad máxima en el Xerez: un disparo, un gol.
La fiesta inmersa en la grada y Currito que la llevó poco después al verde de Chapín con una jugada personal que acabó siendo despejada por el meta chileno Bravo. Lillo atacaba con seis, mientras que Esteban contrarrestaba con velocidad y presión. Mucho físico en el Xerez ante la falta de cerebro, lesionado y que estará ausente seis partidos más. Y es que, le duela a quien le duela, con la entrada Pedro Ríos el Deportivo gana en velocidad y desborde.
En el ecuador de la primera mitad el lateral encargado de defenderlo ya estaba cargado con una tarjeta amarilla y la profundidad del ataque azulino se parecía más a la de partidos disputados allá por el mes de septiembre u octubre. Pero Esteban ya lo dijo el jueves. Si el Xerez no hace lo que sabe hacer, iba a pasarlo mal, y así fue. La pájara llegó en el minuto 28. Luque pierde un balón en el centro del campo que aprovecha Aranburu para asistir a Marcos. El menudo media punta aprovecha la pasividad de la zaga azulina para pasar a Abreu que pone las tablas en el marcador de tiro cruzado. Del cielo a la tierra en menos de 10 minutos y la fiesta de la grada que se apaga.
Lillo ya tenía su partido. El marcador estaba igual que en el minuto uno, pero aprovechaba que quedaba menos tiempo. La Real quería matar el partido y el Deportivo se animó en los minutos finales. De hecho, Luque, en el punto de mira de la grada, casi pone por delante a los azulinos a poco del descanso, aunque no pudo aprovechar un mal despeje de Bravo, muy inseguro durante toda la tarde. Pero este Xerez es como el hombre, el único animal que tropieza dos veces. Pérdida de balón en el centro del campo, balón en banda para Marcos que asiste a Abreu para poner por delante en el marcador a los donostiarras. Jarro de agua fría a pocos segundos del descanso.
La injusticia del fútbol hizo que el Xerez pasara del todo a la nada en cuestión de minutos. Esteban tenía una nueva oportunidad de rectificar por segunda semana seguida. Esta debacle iba a doler más que las anteriores, siendo francos, pero si hay alguien al que le gusten los retos, ese es Esteban.
De 'Locura'
Pero el Xerez no aparecía. La medular perdía balones por minutos y la Real, con muy poco, iba a matar el partido. De nuevo Marcos cogía el balón por la izquierda y la colgaba al segundo palo, donde Abreu hacía el tercero para el cuadro txuri urdin. Hat trick del argentino y Lillo ni se lo creía. En menos de cinco minutos la Real había hecho los mismos goles que en los tres partidos anteriores. Ver para creer. Y es que, a pesar del juego a priori inofensivo de los vascos, poco después Marcos pudo marcar el cuarto, aunque el atacante no pudo superar a Chema. Pero es que, si alguien tiene que marcar, no podía ser otro que Abreu. De nuevo es Marco el que asiste al argentino, que en esta ocasión no anota gracias a la suerte, y al palo.
Y es que la segunda parte dejaba claro que se acercaba más el 1-4 que una de las épicas remontadas azulinas. El partido estaba roto, los xerecistas hacían la guerra por su cuenta y la consignas de Lillo estaba clara: jugar al contragolpe. Los minutos ya no pasaban, sino que pesaban sobre la moral de los azulinos y aburrían a los casi 12.000 espectadores que ya se arrepentían de haber asistido a la primera derrota del Deportivo en 2009.
A la desesperada Esteban se jugó su última carta: Antonio Calle. Pero fue Bermejo el que a punto está de acercar a los xerecistas al marcador. Jugada personal por la banda que acabó en un fuerte disparo que se marcha fuera por muy poco. Pero no fue más que el oásis en el desierto de ayer, ya que los realistas tenían el partido más que controlado. Ni Súper Mario se atrevía a sacar la capa y el ataque azulino, con Calle, Antoñito y el cántabro, ya era caótico, de locura, pese a que el Loco Abreu ya disfrutaba de la goleada en el banco visitante.
Pero la realidad siempre supera a la ficción. Los aficionados seguían creyendo en la remontada a falta de 10 minutos del final, y muy pocos eran los que se animaban a marcharse. En la cabeza, las remontadas ante Tenerife, Castellón, Cádiz... La intensidad era diferente y ni los jugadores creían en ella. Sólo la grada. Sólo quedó tiempo para el último suspiro, el de un Antoñito que saltaba de nuevo del banco para intentarlo desde lejos, pero ni con su genio. Únicamente quedaban los de siempre, dejándose la garganta, pero los del verde no arrancaban. 87 minutos después, y no arrancaban. El paso de lo onírico a lo real fue más duro de lo que se suponía. Por delante, la prueba final de soportar la presión de la Liga.
bfernandez@lavozdigital.es