El crimen mexicano asusta a EE UU
Obama se dispone a enviar más tropas para blindar la frontera, pero sin provocar enfrentamientos con el Gobierno azteca
Actualizado: GuardarLa ola de violencia que azota México preocupa cada vez en Estados Unidos, sobre todo desde que la zona fronteriza que divide ambos países se ha llenado de soldados enviados las últimas semanas por el presidente Felipe Calderón para combatir el incremento de las acciones criminales del narcotráfico. Washington también tiene en cartera el envío de tropas de la Guardia Nacional ante la posibilidad de que los enfrentamientos del Ejército azteca con las fuertemente armada bandas de traficantes provoque un repentino éxodo de refugiados hacia territorio estadounidense.
La Administración Obama está manejando la situación con mucho cuidado, consciente de que cualquier movimiento en una u otra dirección podría acarrearle problemas con el Ejecutivo del país vecino. El gobernador de Texas -el estado con más kilómetros de frontera y por donde discurre la mayor parte del tráfico de drogas y de inmigrantes- pidió hace un mes a la Casa Blanca que reforzara militarmente la zona. Su homólogo en Arizona, Jan Brewer, solicitó ayer el envío de 250 integrantes más de la Guardia Nacional para apoyar a los 150 ya desplegados.
Pero la Casa Blanca tampoco quiere anticiparse con una medida tan controvertida que podría enturbiar sus relaciones con México. «Los retos que tenemos planteados en la frontera no se van a resolver con una militarización a largo plazo», aseguró ayer el portavoz del Gobierno Robert Gibbs. El mismo Obama declaró que ni contempla ni desea la militarización de la frontera aunque evaluará el despliegue de la Guardia Nacional como una opción.
La preocupación sobre el incremento de la violencia en México ha vuelto a poner sobre la mesa el nombramiento de un zar antidroga, una medida largamente considerada por Washington que fue relegada por otras prioridades tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El poder de los carteles de la droga ha crecido tanto en los últimos años que algunos analistas ven imposible controlar su penetración con los recursos policiales actuales.
En una de las cuatro audiencias realizadas esta semana por diversos subcomités del Congreso sobre la violencia en la zona fronteriza, un alto funcionario del Departamento de Seguridad Interna informó que se ha desarrollado un sistema de cuatro fases para calibrar la respuesta federal a diferentes niveles de violencia en el territorio de la frontera. La fase máxima incluye el despliegue de fuerzas militares.
Quejas de Calderón
La violencia en México se califica reiteradamente como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos por funcionarios, militares, analistas y medios, y ese enfoque se ha nutrido de un torrente de noticias sobre decapitaciones, combates, secuestros e innumerables citas de los 6.000 a 7.000 muertos atribuidos a la violencia ligada al narcotráfico. En medio de este clima, el presidente azteca Felipe Calderón ha salido al paso en los últimos días lamentándose de la campaña de distorsión acerca de la realidad en México y retó, a quienes acusan falta de autoridad a visitar el país «para conocer el imperio del Estado» y no sólo «para andar de vacaciones».
La respuesta estadounidense no se hizo esperar. «Estados Unidos no ha lanzado, ni urdido ninguna campaña contra México», aseguró Robert Wood, portavoz del departamento de Estado. «Tenemos, eso sí, mucha preocupación por la violencia que se está dando en la frontera y no es un secreto que el Gobierno mexicano también piensa lo mismo y está tomando las medidas necesarias para frenar esa violencia», declaró.
En ese contexto, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, mantuvo ayer una reunión para analizar las relaciones y la situación de la violencia en México como paso previo a la visita que iniciará al país vecino el día 25 para coordinar planes con el Gobierno Calderón.