Cuando el libro se convierte en una obra de colección
Un volumen especial sobre Eduardo Chillida culmina la evolución de las ediciones de lujo, transición entre la impresión y la creación de objetos de arte
Actualizado:La literatura y la plástica han convivido, a menudo, como compartimentos prácticamente estancos, con seguidores diferentes, ajenos o, incluso, opuestos los unos a los otros. Sin embargo, es posible establecer sofisticadas alianzas entre el contenedor de sabiduría y el continente con cualidades estéticas. Hemos encontrado libros que se pueden leer y también colgar de la pared para ser admirados... Los tomos se convierten en una obra de arte en sí mismos gracias a sus privilegiadas características formales.
Los libros con vocación decorativa no son una creación reciente. El Theatrum Orbis Terrarum, debido al cartógrafo flamenco Abraham Ortelius, es considerado el primer atlas moderno, y su aparición también conciliaba el afán de saber y el carácter preciado de lo suntuario. Tanto los mapas como los globos terráqueos satisfacían la demanda de las empresas públicas y comerciales como de una burguesía que requería productos culturales con trascendencia ornamental.
El libro de lujo ha mantenido esta voluntad de singularidad. Hasta tiempos recientes, las joyas bibliográficas eran las publicaciones antiguas, generalmente dotadas de bellas ilustraciones, y los volúmenes descatalogados que se podían encontrar en selectas librerías y anticuarios. El coleccionismo de este tipo estaba constreñido a la nobleza y alta burguesía con inquietudes intelectuales.
Desde el pasado siglo, la edición de estudios relacionados con la plástica se ha acompañado del cuidado extremo del proceso de fabricación. A ese respecto, la elección del papel, la primorosa encuadernación o la selección de cubiertas elaboradas con materiales nobles ha contribuido a la aparición de una nueva obra que participa de la doble condición de texto y objeto visual.
Tales piezas constituyen una rara avis, un sofisticado objeto de lujo tanto por el carácter excepcional de sus textos e imágenes, como por la solución material que los amalgama. La última aportación dentro de este ámbito pertenece a Sobre lo que no sé, un proyecto de Editorial Planeta en colaboración con el Museo Chillida-Leku, que recoge la reproducción facsimilar de sesenta obras del escultor guipuzcoano acompañadas de ciento setenta páginas en las que se compilan todos los textos del creador. Hace unos cinco años, la firma Ivorypress inició otra colección dedicada a genios del arte contemporáneo con un monográfico sobre el autor vasco a la que habían de suceder los respectivos estudios de Anish Kapoor, Francis Bacon o Isamu Noguchi.
Pero esta edición consigue también generar un objeto preciado digno de admiración y contemplación, como si fuera un lienzo. Cualquiera de los dibujos y collages que reúne la obra resulta susceptible de convertirse en el protagonista de un cuadro, ya que todos están dispuestos en pliegos sueltos sin coser y su disposición dentro del estuche de madera y hierro es aleatoria, lo que proporciona la facultad al lector de escoger y, de alguna manera, elaborar, su propia obra. Además, la excelente factura de la cubierta de cristal permite exhibirla como si de un trabajo enmarcado se tratara.
Extraída de archivos y cuadernos personales del autor, la mayoría de estos trabajos se hallaba inédita y supone un viaje en el tiempo por la labor del autor guipuzcoano. Las exquisitas reproducciones recorren su trayectoria desde las primeras etapas figurativas, cuando estudiaba en la Facultad de Arquitectura, hasta su última fase conceptual. Tres ensayos de Chillida apoyan este despliegue cronológico por su vasta labor. Más vale ciento volando, el primero, aglutina una serie de escritos dispersos que reflexionan sobre la creación y la vida, mientras que el segundo es un corpus homogéneo en el que el autor expone su pensamiento en torno al arte titulado Yo soy un fuera de la ley y el último, bajo la denominación de Preguntas, incluye su discurso de entrada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
A esta aportación documental se suma un libro de estudios con análisis de la poetisa Clara Janés en torno a sus materiales habituales, de Lourdes Cirlot desentrañando la especificidad de cada pieza y una colaboración del equipo de investigadores de la institución guipuzcoana. «Viene a ser un pie de foto que te incita a acercarte a la creación gracias a los comentarios de los aspectos técnicos y estilísticos», asegura Fernando Caralt, director editorial de Planeta.
El proyecto se beneficia de una larga experiencia en la publicación de libros de lujo, encuadernaciones exquisitas que aúnan nombres señeros en sus incursiones en la creación gráfica y cuidada elaboración. Los 2.998 ejemplares numerados de Sobre lo que no sé han sido impresos a cinco tintas empleando trama estocástica, una modalidad de aún escasa presencia comercial que exige elevados controles de calidad, pero que permite una mayor fidelidad al cromatismo original. La inclusión de las láminas se ha realizado a mano y cada una se ha adherido sobre el papel con tres puntos de cola. «La obra de arte es el producto final, la combinación equilibrada de la parte gráfica y el apunte documental más las aportaciones de la fabricación», explica.
A lo largo de los últimos ocho años, la firma ha llevado a cabo diversas iniciativas en este campo del libro de lujo, una transición entre la edición cuidada y el objeto digno de exhibición, siempre dispuesta en tiradas cortas. Anteriormente, editó el Homenaje a San Juan de la Cruz del propio Chillida, los grabados de Pablo Picasso inspirados por la Celestina y difundió varias series de Salvador Dalí. Del pintor catalán seleccionó sus dibujos y acuarelas para la autobiografía de Benvenuto Cellini, y las ilustraciones para El Quijote de la Mancha y los Ensayos de Montaigne, y de Francisco de Goya las trescientas estampaciones de la Tauromaquia. En colaboración con el Rijksmuseum de Amsterdam, también divulgó la obra gráfica que Rembrandt pergeñó en torno a escenas de la Biblia. «A través de estas iniciativas hemos aprendido y la experiencia nos ha permitido, sobre todo, mejorar la fabricación, fundamentalmente artesana en buena parte del proceso».
En el caso de Chillida, la mayor aportación, junto con los dibujos, radica en unos textos que lo acompañaron y proporcionan su visión del mundo. «Se puede decir que hemos partido de buenas materias primas y, sin aditivos, hemos confeccionado una obra de autor en la que la participación de todos los ingredientes, muy dispares, ha exigido el mayor cuidado. Por ejemplo, hemos utilizado la letra helvética porque era su preferida». En el primero de los volúmenes, cada página presenta una composición específica que alude al tema tratado, ya sea un apunte artístico o una reflexión poética.
En su opinión, el objetivo de este esfuerzo de producción es respetar con extrema fidelidad el espíritu de los artistas y satisfacer a los bibliófilos. «A aquellos que disfrutan de los libros como objetos con una carga de sensualidad y a los amantes de la obra gráfica», indica y asegura que no está dirigido al público lector, sino al del arte, al consumidor de cultura capaz de apreciar la exquisitez del papel o el esfuerzo para acceder a la primera tirada del correspondiente grabado, por ejemplo. «La elección de la tipografía en el tratamiento de los textos o la maquetación específica le añaden el tono característico de la pieza de arte y generan algo nuevo, a pesar de esa pretensión de máximo respeto».
El valor añadido también se lo confiere la particular interpretación del editor, una labor que, habitualmente, realiza con el asesoramiento de instituciones como la Biblioteca Nacional o la Calcografía. El precio por unidad del último homenaje a Chillida ronda los 2.500 euros. «Pero los primeros libros se han revendido a precios multiplicados», confiesa. «La obra de Dalí se agotó rápidamente, al igual que la Biblia ilustrada por Rembrandt o el Codex Matritense, y la reventa ha provocado el alza de su cotización». Así cada ejemplar de esta colección sobre Chillida se vende a 2.950 euros, aunque según la editorial los últimos ejemplares podrían llegar a costar 18.000 euros.
La Red ofrece pruebas de esta revalorización. Actualmente, en la plataforma digital eBay cabe encontrar ejemplares a la venta por cantidades muy elevadas. Un coleccionista catalán ha colocado en la casa virtual de subastas un ejemplar de la Tauromaquia goyesca por 45.000 euros, otro de los Ensayos de Montaigne a 40.000 y un tercero de San Juan de la Cruz con una demanda de salida de 27.000 euros.
A pesar de la experiencia acumulada y los conocimientos adquiridos en esta área, Caralt asegura que cada nueva empresa es una aventura. «Que nunca sabemos dónde acabará porque asistimos a innovaciones constantes en este ámbito, y la impresión varía en cada proyecto, siempre depende del texto y las características de la obra gráfica elegida».
También advierte que, ante cualquier nueva iniciativa, se plantea un problema para el que se precisa una solución mixta. «Por un lado, incluimos el respeto al autor y su propósito, independientemente de su origen, por otro, queremos dotarla de una apariencia de modernidad en la presentación, que se comprenda que nos hallamos ante una propuesta cultural de 2009», mantiene. «De ahí el recurso a las cajas de madera, cristal o hierro, para dotar a estos libros de una presencia peculiar. Interpretamos buscando respuestas contemporáneas a obras maestras».