Deshacer los pactos
El enfrentamiento verbal entre el portavoz del PNV en el Congreso y el presidente Zapatero confirma no sólo que los 'jeltzales' están dispuestos a hacer valer su advertencia de que la pérdida de Ajuria Enea le costará al Gobierno su apoyo parlamentario, sino que han decidido escenificar la ruptura cuando ni siquiera se ha consumado la investidura. Una de las particularidades que está ofreciendo el proceso para la conformación del próximo Ejecutivo vasco es la celeridad con la que se han decantado las posiciones, lo que en el partido de Urkullu se está traduciendo en una administración tan atropellada como explícita de las opciones de presión que podían tratar de ejercer ante la posibilidad cierta de perder el poder. Una posibilidad para la que los peneuvistas se habían preparado incluso antes de designar como candidato a Juan José Ibarretxe, dejando sentado de puertas hacia dentro que si los socialistas les desalojaban de la Presidencia vasca, eso les costaría su respaldo a la precaria mayoría del PSOE en el Congreso. Los hechos tras el 1-M parecen evidenciar que o bien los 'jeltzales' no habían interiorizado realmente que el cambio era factible, o bien que no tenían pergeñada una estrategia más articulada y persuasiva con la que intentar desactivar la convicción de Patxi López de ser 'lehendakari'.
Actualizado: GuardarEs esa sucesión de movimientos desabridos, en la que se enmarca el rifirrafe de ayer en el Congreso entre dos interlocutores acostumbrados a dirimir sus diferencias en otro tono, la que ha acelerado la percepción no ya del cambio, sino de que es el propio PNV el que lo da por irremediable. El tensionamiento de su actitud frente al Gobierno de Zapatero anticipa lo que se temen los socialistas: la apertura de una etapa de mayores zozobras para tratar de sacar adelante sus iniciativas en las Cortes y una oposición sin concesiones -al menos al principio- en Euskadi. Lo paradójico es que el mismo PNV que, bajo el mandato de Imaz, recuperó los acuerdos presupuestarios con el PSOE en Madrid y con el PSE en Vitoria como una forma de restablecer la influencia del partido más allá del poder de Ajuria Enea, pero también para desatarlo de las limitaciones derivadas de los planes soberanistas de Ibarretxe y de su apuesta por el tripartito, vaya a desandar ese camino para marcar distancias aún más profundas con los socialistas que las que pudo procurar el todavía 'lehendakari', al que tanto ha incomodado esa alianza.