El Liverpool 'chorrea' al Real Madrid en Anfield
Los ingleses fueron muy superiores
Actualizado:El Madrid sufrió una humillante rendición en el legendario templo de Anfield. Fue devorado por un Liverpool voraz, tremendo en lo físico, lo táctico y lo emocional. Si en el Bernabéu los de Benítez salieron airosos de una partida de ajedrez, en su lugar de culto aplicaron otro registro. Mostraron su inmensa fe en todas sus virtudes y arrasaron a un adversario débil en todo. Sin personalidad, sin autoestima, sin capacidad de reacción, sin velocidad, sin potencia y, sobre todo, sin fútbol, el Madrid fue como un Segunda B en manos de un gigante que le ganó en todas las disputas, en todas las carreras. Como diría el lenguaraz Boluda, un chorreo en toda regla.
El árbitro estuvo pésimo, ayudó a los reds en los dos primeros goles, pero justificar la derrota en los errores trencilla sería ponerse una venda para no ver la evidencia. Por quinto año consecutivo, algo inédito en un campeón de Europa, el Madrid se despide del gran escaparate europeo en octavos. Con Luxemburgo cayó ante la Juve, con López Caro frente al Arsenal, con Capello ante el Bayern de Munich, con Schuster ante la Roma y con Juande contra otro clásico. A este Madrid le puede dar para andar por casa, donde es más respetado por rivales y colegiados, pero no para codearse con los grandes del viejo continente. Si no es por Casillas y porque los reds pensaron en el United durante la segunda parte, la goleada pudo ser histórica.
Era una final. Para qué prevenir, pensó Benítez. No anda el Liverpool tan sobrado de jugadores como para poder prescindir de hombres básicos, concluyó. Torres arrastraba las secuelas del esguince de tobillo sufrido en el Bernabéu pero quería jugar a toda costa ante su eterno rival, enfrentarse a Casillas, su ogro desde Niño.
Su ilusión podía con el dolor, con el riesgo de la infiltración. El caso de Arbeloa es diferente. No es una estrella, sólo un complemento. Pero cuando no está en el lateral, el Liverpool debe retocar medio equipo para reemplazarle porque carece de un sustituto natural. Algo parecido a lo que le sucedió a Juande ante el Atlético para suplir a Pepe. Lass al lateral, Guti al medio y, ya se sabe, un equipo roto.
El rey de Tolosa
Esta vez, el técnico manchego no sufría ese problema. Sólo tuvo que elegir entre Marcelo o Sneijder y apostó por el holandés aunque no está en plena forma. A priori, una buena decisión. Su elegido es más versátil, tiene más fútbol, más gol y es mucho más centrocampista que el brasileño.
Y por ahí es donde Mascherano y Xabi Alonso manejaron a su antojo la situación en el Bernabéu. Pero ocurrió que Juande ubicó a Sneijder casi de segundo punta, por detrás de Raúl, y condenó de inicio a Higuaín a una banda con la misión de trabajar a destajo en defensa. La conclusión volvió a ser rotunda: el Madrid siguió huérfano de balón en la zona de creación y sin chispa arriba. De nuevo, el donostiarra y el argentino gobernaron la contienda con mayoría absoluta.
Animado por sus fieles, por esa hinchada enfervorizada que pone los pelos de punta, y por la conocida flojera del Madrid, el Liverpool salió con una ambición extraordinaria, un entusiasmo inusitado. Los ingleses estuvieron rápidos, atentos, concentrados, enchufadísimos. Los blancos, lentos, ensimismados, como ausentes.
Asustados, incapaces, impotentes... Todo calificativo se queda corto. La diferencia fue abismal, como entre el día y la noche.
Los locales aceleraron de nuevo en la reanudación. Todo estudiado. Un par de minutos, suficientes para que Babel sacase los colores a Ramos y Gerrard fusilase sin remisión. Ya con 3-0, los de Benítez concedieron algunas licencias, dejaron hacer algo más al Madrid.
Juande, atónito, sacó a Guti a un cuarto de hora del final y alimentó el debate. ¿Castigo? El único severo correctivo lo recibió el Madrid.