Crear inseguridad

a creciente seguridad en las calles de la capital de Irak producto de la cooperación de chiies y sunníes con militares norteamericanos y efectivos policiales autóctonos recibió ayer un duro golpe con el atentado suicida que costó la vida de 28 policías y futuros reclutas a las puertas de una comisaría en el centro de Bagdad. Este atentado, el más mortífero en el último mes, coincide con el anuncio del presidente Obama de adelantar tres meses la fecha de salida de las tropas del territorio. Pero el enemigo yihadista no está dispuesto a dar la batalla por perdida porque es consciente de que su desestabilización depende en buena medida de que los jóvenes no se enrolen en la policía o en el Ejército. A seis años de la invasión la paz parece más cerca, pero antes de alcanzarla todavía se verterá mucha sangre en Irak.