Una biografía salpicada de sangre
Con 25 muertes a sus espaldas, Iñaki de Juana Chaos es uno de los más despiadados asesinos de ETA
MADRID Actualizado: GuardarIñaki de Juana Chaos es uno de los asesinos más despiadados de la banda terrorista ETA: mató a 25 personas cuando lideraba el 'comando Madrid' y jamás ha mostrado la más mínima compasión o empatía hacia sus víctimas. Según fuentes penitenciarias, en los veinte años que ha pasado en prisión ha ofrecido uno de los perfiles más inhumanos de la banda.
Nacido en Legazpi (Guipúzcoa) el 21 de septiembre de 1955, en 1983, cuando era uno de los ertzainas de las primeras promociones, ingresó en un comando de ETA que estuvo implicado en el robo de 112 pistolas de la Ertzaintza en la Diputación de Guipúzcoa. Tras el asalto, De Juana huyó a Francia y en 1985 ya estaba en el 'comando Madrid'.
11 atentados en menos de dos años
En este grupo cometió algunos de los atentados más salvajes de ETA, como el perpetrado contra un autobús de la Guardia Civil en la madrileña Plaza de la República Dominicana, en el que fallecieron 12 agentes; por este acto fue condenado a 2.232 años, la mayor pena impuesta en España hasta ese momento por un delito terrorista. Un mes antes, en junio de 1986, participó en el ametrallamiento de un automóvil del Ejército de Tierra en el que murieron el comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas, el teniente coronel Carlos Besteiro Pérez y el soldado Francisco Casillas Martín, que le supuso una pena de 348 años de cárcel.
A estas condenas, se sumaron 55 años por el asesinato, en 1985, del vicealmirante Fausto Escrigas; 17 años por el intento de asesinato un año después del ex fiscal general del Estado Luis Antonio Burón Barba y del ex presidente del Tribunal Supremo Antonio Hernández Gil. Además, otros 24 años por el intento de atentado en 1986 contra el general Fernando Yrayzoz, y 489 años por el atentado contra un furgón de la Guardia Civil en la Plaza de la República Argentina de Madrid en el que murió una persona. Tras su ingreso en prisión, ETA preparó en 1990 un plan de fuga para que huyese en un helicóptero, pero las fuerzas de seguridad lo abortaron.
Reiteradas huelgas de hambre
Pese a estar condenado a más de 3.000 años, De Juana sólo cumplió 18 de prisión dadas las redenciones de pena. Su posterior acusación por amenazas a causa de dos artículos le llevó a iniciar el 7 de agosto de 2006 una huelga de hambre para pedir su libertad en la cárcel de Algeciras. Esta protesta, según las fuerzas de seguridad, no contaba con el apoyo de ETA, que rechaza las salidas individuales de los presos.
En un primer momento, apenas recibió apoyos -el resto de los presos no se movilizó a su favor-, pero cuando su situación empezó a empeorar la ilegalizada Batasuna comenzó a enarbolar su causa como bandera. En octubre, abandonó el ayuno, después de que mediara la Iglesia vasca y se comenzase a gestar una reducción de la petición fiscal de 96 años -finalmente fue condenado a casi trece-. Su abandono de la protesta sentó muy mal en los sectores más radicales, que habían admitido a regañadientes su actitud individual y veían cómo el ayuno cesaba cuando comenzaba la campaña de apoyo. El 30 de diciembre, tras la bomba de Barajas, su situación ya formaba parte de las reclamaciones de la izquierda abertzale. Otegi aseguró que la mejor metáfora del proceso era el caso de De Juana.
Tras ser condenado el 7 de noviembre de 2006 a doce años y medio de cárcel por un delito de amenazas terroristas contra cinco responsables de prisiones, de Juana Chaos inicia una nueva huelga de hambre. El 16 de noviembre la Audiencia Nacional autorizó a Instituciones Penitenciarias a adoptar los controles médicos necesarios para vigilar la salud del preso etarra. El 25 de noviembre fue ingresado nuevamente en el hospital 12 de octubre y el 11 de diciembre se le colocó una sonda nasogástrica para alimentarle.
Polémica salida
El Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional decidió, el 25 de enero, mantenerle en prisión preventiva y hospitalizado. El tribunal rechazó la petición del fiscal, Fernando Burgos, de decretar la prisión domiciliaria, bajo vigilancia policial, y atendió la solicitud de la AVT de mantener la situación actual y alimentarle de manera forzosa. La decisión fue ratificada el 8 de febrero por el Pleno de la Sala de lo Penal.
Cerca de tres semanas después otro pleno, esta vez el de la sala de lo penal del Tribunal Supremo, decidió rebajar la pena de 12 años y siete meses de cárcel a tres años dejando en manos de Prisiones, dependiente del Gobierno, su futuro penitenciario al tratarse ya de una condena firme. Después de más de cien días de huelga de hambre, el 1 de marzo el etarra salía del hospital 12 de Octubre de Madrid rumbo al País Vasco.