El poder de Svetlana
La culta y elegante mujer del presidente ruso Medvédev utiliza su personalidad e inteligencia para influir en las decisiones políticas
Actualizado: GuardarSvetlana Medvédeva, esposa del actual presidente ruso, Dmitri Medvédev, es la mujer más influyente de Rusia. Esa es al menos la conclusión a la que ha llegado un equipo de quince especialistas tras realizar un estudio que ayer dio a conocer el Instituto de Política y Negocios del gran país eslavo. Y es que Svetlana es una fémina de armas tomar. Se rumorea que fue ella la que metió en política a su cónyuge y la artífice de su fulgurante carrera. La primera dama rusa es culta, elegante y voluntariosa, pero, sobre todo, se mueve como pez en el agua tras los bastidores del poder. Mantiene además un fuerte vínculo con el Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa rusa, ya que dirige un programa destinado a lograr que la juventud recupere los valores cristianos.
El informe destaca que «al igual que Michelle Obama, Svetlana Medvédeva utiliza su personalidad e inteligencia para influir en la toma de decisiones políticas». Hay expertos que creen que Medvédev logrará emanciparse de su mentor, el actual primer ministro, Vladímir Putin, gracias a la red de apoyos que su media naranja le ha empezado a tejer.
Antes de que su marido llegase al Kremlin, Medvédeva tenía fama de mujer mundana y asidua de las pasarelas y eventos sociales. Los paparazzi vaticinaban que habría carnaza para las páginas de las revistas del corazón. Pero se equivocaron. Desde que Medvédev tomó posesión, en mayo del año pasado, Svetlana se mantiene en un discreto segundo término.
Svetlana y su esposo nacieron en San Petersburgo, entonces Leningrado, en 1965. Se llevan tan sólo unos meses. Se conocieron en el colegio cuando tenían 7 años, pero no empezaron a salir juntos hasta que cumplieron los 14. Tras 10 años de noviazgo, se casaron en 1989. Mientras Medvédev dedicaba todo el tiempo a su labor docente en la cátedra de Derecho Civil de la Universidad de San Petersburgo, ella, que se licenció en económicas, establecía contactos y organizaba veladas. Hasta el punto de que logró encontrarle a su esposo un trabajo mucho mejor remunerado. Iliá, el único retoño de la pareja, vino al mundo en 1996.
Sus predecesoras
Svetlana Linnik, ese era su apellido de soltera, poco tiene que ver con sus predecesoras, quizá con la única excepción de Raísa Gorbachova, consorte del último jefe del Estado soviético. Aunque últimamente ha cogido unos kilos, Medvédeva dista mucho de aquellas gruesas matronas desprovistas de glamour que los gerifaltes comunistas tenían como esposas.
Raísa, fallecida en 1999, fue la primera en romper los moldes y transformó por completo la idea que hasta aquel momento se tenía de la mujer rusa. Su elegancia y saber estar fue un complemento ideal de la 'distensión' que su marido procuró con Occidente. Dejó tan alto el listón que Naina, actual viuda del presidente Borís Yeltsin, pasó casi desapercibida. Peor parada ha resultado Ludmila, la esposa de Putin, la que más se asemeja a las mujeronas de los 'apparatchik' soviéticos, incluso en los volúmenes, sin encanto ni estilo personal. Sigue hoy día manteniéndose lejos de los eventos públicos.