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LIMITACIONES. La asociación cuenta con un local de apenas 56 metros cuadrados para las actividades y el asesoramiento que los profesionales prestan. / J. C. CORCHADO
Jerez

El punto de encuentro familiar Mediante atiende a unos 200 niños al año

De los asuntos que se tratan, el 70% está relacionado con los malos tratos en el seno de la pareja La conflictividad familiar aumentó en Jerez el pasado año un 25% con respecto a 2007

ALMUDENA DOÑA
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Lo ideal sería sin lugar a dudas que no fuera necesaria la existencia de los puntos de encuentro familiar como Mediante, dedicados a construir un espacio neutral para padres e hijos que sufren los problemas derivados de cumplimientos dificultosos de regímenes de visita, principalmente en los casos de separación y divorcio. Eso significaría que los progenitores son capaces de llegar independientemente de sus circunstancias a un clima de entendimiento suficiente para evitar la perturbación de los pequeños y que no sufrieran las consecuencias de los errores de los adultos.

Sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad, y en tanto en cuanto existan este tipo de problemas los centros de mediación se presentan como una de las soluciones más plausibles para que los hijos sigan manteniendo el contacto con sus padres sin tener que verse «contaminados» por los conflictos entre unos y otros. Josefina Benítez, la directora de Mediante, ha luchado por sacar adelante una iniciativa para la que cuenta con un número de apoyos más bien escaso, pero que en la actualidad ya ha conseguido dar cobertura a unos 200 menores al año.

En la inmensa mayoría de los casos, es un juez (en Jerez se trata de la titular del Juzgado de Violencia de Género, Graciela González), el que establece la necesidad de que los padres ejerzan el derecho de ver a sus hijos a través de este centro. Esto viene motivado fundamentalmente por que nada menos que el 70% de estos chavales proviene de un ambiente de malos tratos en el seno de la pareja, y sus madres cuentan con una orden de alejamiento que les hace muy difícil el encuentro de sus agresores con los niños.

La segunda de las casuísticas, mucho menos frecuentes, es la de aquellas parejas que por propia voluntad deciden acudir a un punto de mediación ante la imposibilidad de ponerse de cuerdo en el régimen de visitas, y las peleas y el cruce de denuncias entre ambos son constantes. Una vez que los pequeños son dejados en el centro (en un 90% de lo casos por sus madres, que son las que suelen solicitar esta medida), el servicio se reduce a dos modalidades diferentes: o bien el padre puede acudir a recoger a su hijo y luego volver a dejarlo allí, o bien el encuentro se desarrolla en las instalaciones de la asociación.

En total, Mediante acoge al mes unas 343 entregas y recogidas de menores, a los que trata personal especializado que se encarga de que prime, ante todo, el bienestar del niño. «Los que se quedan en el centro y son visitados aquí por sus padres -puntualiza Benítez- están tutelados en todo momento por el equipo técnico, formado por una psicóloga, una trabajadora social, monitores de animación, mediadores y una letrada, que soy yo. Estos casos suelen ser más delicados porque muchos están relacionados con antecedentes de alcohol y drogas por parte de los padres, por lo que la adaptación a ellos es mucho más complicada».

Terapias de todo tipo

Los profesionales trabajan con los niños pero también con los padres y madres, y ofrecen servicios adicionales como terapias de pareja, aunque su función se centra fundamentalmente en la conflictividad y los problemas de custodia que afectan a los pequeños. Desgraciadamente, las cifras en este sentido siguen siendo llamativas y la presidenta de la asociación asegura que el pasado año las disputas familiares crecieron un 25% con respecto a 2007.

«Cada año se incrementa porque falla el diálogo, porque hay una falta de dedicación a la familia y porque a todo eso hay que añadirle las adicciones al alcohol, los estupefacientes y la ludopatía, que está arrasando. No en vano, la provincia de Cádiz es uno de los focos de más adicciones y conflictividad de España». A pesar de la crisis y de las últimas estadísticas, Benítez asegura que las rupturas matrimoniales siguen aumentando, pues «aunque no hay documentos, no se da de Derecho pero se da de hecho».

En lo que respecta al desarrollo de la actividad del centro, la profesional afirma que sus instalaciones están adaptadas para hacer el día a día lo más confortable posible a los pequeños con talleres de plastilina, manualidades y todo aquello que se encuadra en las tareas extraescolares de las que suelen disfrutan los chavales. En cuanto a sus edades, Mediante ha recibido desde niños de tres meses hasta algunos que ya han cumplido la mayoría de edad y han dejado de acudir al centro. Todo por el bien de unos hijos sobre los que sus progenitores se afanan en que no paguen las consecuencias del conflicto, especialmente en el caso de las madres, que según la experta «son las que intentan mantener al margen a los niños, aunque en el caso de que se nieguen a que éstos sean vistos por sus padres al final son requeridas por el juez para ello».

En el ámbito del maltrato, hay muchos casos en los que los niños son «fuertemente usados contra el progenitor». Entonces el juez envía a ambos al centro, con el fin de que los encuentros se produzcan con el equipo siempre presente y no puedan «ser utilizados como moneda de cambio contra la pareja». Los profesionales tratan especialmente a estos menores, observan su estado anímico y dialogan con padres e hijos, intentando que exterioricen y expresen sus sentimientos.

El perfil de los usuarios, por otro lado, es de lo más variado y de todos los niveles académicos y económicos, ya que Benítez recuerda que «la conflictividad familiar puede estar en cualquier casa». Por ello, apunta a la necesidad de que las parejas dediquen tiempo a sus familias e intenten no mezclar a los hijos en los problemas de los adultos, ya que a la larga son los que más los sufren y los que más secuelas pueden padecer en un futuro.

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