LETAL. Rafa Nadal salta tras lograr el triunfo. / REUTER
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Un martillo pilón aplasta a Serbia

Rafa Nadal gana el tercer punto a Novak Djokovic de forma contundente (6-4, 6-4 y 6-1) y clasifica al combinado español para cuartos, ronda en la cual se enfrentará en casa a Alemania

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El ganador de Roma, semifinalista de Roland Garros, Hamburgo y Montecarlo, Novak Djokovic, era el último reducto serbio en España. Nadal lo arrasó como si nada, una obra de demolición completa, con precisión quirúrgica, pausada pero pertinaz, sin una sola fisura, compacta y precisa. Djokovic nunca tuvo opción, y eso que esta vez jugó a gran nivel.

Puso cara y brazo el serbio en busca del milagro, pero una vez el mallorquín entró en juego tuvo poco que hacer, prácticamente nada. Cada winner del serbio se diluía en el bote con la arcilla, una décima de segundo menos rápida para que Rafa llegara, una y otra vez, y de nuevo, y otra más... Una labor agotadora.

El partido transcurrió así: zarpazo de Djokovic a un ángulo, un pelotazo tremendo, de bola pesada, muy rápida. Pues bien, el español llegaba y la devolvía como si nada, pues ahí va otro winner, al otro ángulo, y Rafa llega, otra vez, como quien devuelve papelillos. Y a la tercera uno se desespera y piensa «ya estoy harto de este tipo, me voy a mi casa», y largas un pedazo de ladrillo, sin control ni serenidad que, indefectiblemente, se va al mar. Una tarea desesperante.

Incluso jugando al máximo nivel, sin apenas erratas, Djokovic sólo pudo mantenerse en el marcador. Incluso al cien por cien, pasaba apuros para mantener el saque. Rafa buscaba y buscaba huecos, con paciencia, con la constancia del que se sabe superior, del «ya caerá». Aunque Nole, aún entero, logró recuperar un break (el único que perdió Rafa en la eliminatoria), fue un espejismo. En el último tramo de la primera manga Rafa le alternó bolas curvadas a media pista con bolas altas y muy liftadas, y Djokovic no lo asimiló. Erró de forma clamorosa y comenzó su cuesta abajo. Cualquiera que conozca a Nole sabe que un primer set perdido es un Himalaya para él. Aun operado de sus problemas de respiración, mentalmente no se encuentra capacitado para jugar cuatro sets, menos cinco, en tierra y ante un coloso como Rafa.

Derrumbamiento total

Lo cierto es que aún resistió, con su servicio, espléndido, y dejándose la piel en la pista, pero con el resuello cada vez más presente. A medida que el serbio se derrumbaba, Nadal se agigantaba, aparecía más sólido, sin dar señales de debilidad con su servicio.

No necesitaba mucho, sólo mantener la bola en juego, liftarla y hacerla incómoda para los cañones de Djokovic, cada vez más desajustados. Ya en el séptimo juego (3-3 en el marcador), el serbio pasó las de Caín para seguir en el partido. Lo salvó a base de saques a la raya o winners desesperados, pero era pan para hoy y hambre para mañana. En el noveno se vino abajo estrepitosamente, perdió su saque con una doble falta y en la respiración de pez en tierra, boqueando, la mirada perdida, se adivinó el fin de la partida.

Agotado, sin recursos, sin una sola idea para salvar las naves, Djokovic fue un juguete y Nadal un martillo pilón que lo aplastó sin piedad. Le rompió dos veces el servicio y en la tercera manga le colocó un 6-1 casi humillante. Luego Ferrer remató la tarea ante Troicki (6-0, 6-3) para firmar el 4-1 final. España pasa ronda y ahora le espera Alemania, también en casa. Se avecina otra paliza.

Lo duro vendrá luego: quizás Rusia, en Moscú y en pista supersónica, palabras mayores... Rafa Nadal dejó las impresiones sobre su decisiva victoria sobre Novak Djokovic: «Me he sentido muy bien, seguro. Creo que he encontrado un buen ritmo y he variado mucho el juego con bolas altas, cambiando líneas e incluso utilizando el revés cortado. Cuando me he adaptado a la pista todo ha sido más fácil». Rafa lleva 119 victorias de 121 partidos disputados en tierra batida: «Mejor ni pensarlo, da miedo», dijo el jugador. Es curioso comprobar cómo Novak Djokovic siempre está de buen humor: «No hemos venido en el mejor momento. Queríamos ganar, pero ellos han sido mejores con excepción del doble». No resto elogios a Nadal: «Es tremendo, se merece ser el mejor del mundo y lo está demostrando en cada torneo». Mención aparte tuvo su gesto de bajarse los pantalones tras una bola imposible de Nadal: «Ha sido un gesto de loco».