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VUELTA DE HOJA

Convenios

El momento es malo, además de no ser momentáneo, porque va a durar lo suyo y lo nuestro, pero si esperamos a que mejore no se establecerían los convenios colectivos. Hay que regular las relaciones laborales que aún no se hayan roto, así que hay que darse prisa. Me explicó Haro Tecglen, con muy poca fortuna por cierto, que el sindicalismo original, las trade unions inglesas, del siglo XVIII, ya aspiraban a suprimir las diferencias de clase, pero que Marx lo que quería era conquistar el poder político para modificar esas condiciones. (Un tipo curioso Eduardo: tierno, agresivo, vengativo, dulce y, sobre todo, inteligentísimo. Lo que más le molestaba era que no escribieran correctamente su nombre, pero no el complicado Tecglen, sino el Haro, que algunos lo ponían sin hache). Ahora el adormilado sindicalismo español se despereza. La crisis y los datos del IPC han despertado a lo que a juicio de la patronal es una fiera. No es justo calificar así al bueno de Cándido Mëndez, aunque se parezca al Oso Yogui.

MANUEL ALCÁNTARA
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Creen los sindicatos que el aumento salarial del dos por ciento que demandan es coherente con la crisis económica y «perfectamente encajable con la vida de las empresas». Yo lo único que creo es que todas las mejoras para los trabajadores, todas, han sido arrancadas. Nunca se han concedido graciosamente. Lo malo es que se confunden la acción política y la acción sindical. La morosidad de Bancos y Cajas se multiplicó por cuatro en el mes pasado. La cosa está mal, pero incluso desde Comisiones Obreras se alzan voces sensatas, convencidas de que una huelga general no es la solución. Unos buenos convenios son los que dejan descontentos a las dos partes en litigio, un mal acuerdo es siempre preferible a la mejor de las rupturas. Y hace menos ruido.