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DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

Un toro peligroso

Observo, iba a decir que con asombro -aunque en honor a la verdad estas idioteces son cada vez más frecuentes- la formidable polémica que se ha despertado en Cataluña en torno a la presencia del único toro de Osborne que sobrevive junto a las carreteras de esta comunidad autónoma que, si nada ha cambiado esta pasada noche mientras el periódico estaba en la rotativa, yo diría que pertenece a España. El morlaco en cuestión debe ser tela de peligroso. Imagínense. Un toro de 14 metros de altura ahí todo el día mirando, que parece que se va a arrancar en un momento dado y va a derrotar contra la Sagrada Familia o se va a liar a embestidas en el Parque Güell. Yo pensaba que todo el embrollo se debía a que los catalanes estaban acojonados pensando en las cornadas que puede arrear un bicharraco de esta naturaleza. Pero después me he documentado y tras una ardua labor de investigación he visto que desde que Manolo Prieto lo creara por encargo de Osborne en 1956 no se han descrito casos de toros que hayan cobrado vida en ninguna de las comunidades autónomas de España. Una vez descartada esta posibilidad, y también la de que este único toro de Osborne que hay en Cataluña se hubiese hecho socio del Real Madrid (eso habría tenido mucha guasa), llegué al nudo gordiano del problema viendo un video que estaba colgado ayer en la página web de este rotativo. En él aparecía un joven con pinta de acabado de levantar que me sacó de todas mis dudas. La razón por la que no quieren al torito en aquellas tierras es porque «supone una imposición de la cultura española al país catalán». Toma ya. Claro, si es que tanta cultura no trae nada bueno. En el reportaje también pude enterarme de que el pobre animal -sí, de 14 metros y de contrachapado, pero un animal- ha sido derribado en cuatro ocasiones durante los últimos meses por sus detractores. Y allí estaban manifestándose unos prendas muy parecidos a los del anuncio del Plus para que le concedieran un indulto a dos compis suyos a los que habían multado por esto. Vaya, un indulto. Como a los toros en la plaza. Qué curioso. Así las cosas, fijense ustedes qué papelón.

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Yo les voy a decir una cosa, estoy totalmente de acuerdo con el cachondo éste que se niega a ser víctima de una imposición cultural española. Las imposiciones no son buenas. Así que yo voy más allá y alineándome con esta línea de pensamiento del catalanismo puro y sin aditivos solicito desde aquí a quien corresponda que se retiren de Cataluña todas las imposiciones culturales españolas y cualquier referencia o reproducción de las mismas. Que nadie en Cataluña se pueda sentir reprimido por gente como Juan Ramón Jiménez, Francisco de Quevedo, Góngora, Miguel de Cervantes u otros más actuales del tipo de Caballero Bonald, Arturo Pérez Reverte o Antonio Gala. Por supuesto, hay que destruir todas las grabaciones que haya de alborotadores como Falla, Joaquín Rodrigo, Plácido Domingo, Paco de Lucía, José Mercé, Camarón o Alfredo Kraus. Y las de la Pantoja, Rocío Jurado, Manolo Escobar y Julio Iglesias ya ni hablamos. Ni que decir tiene que esto iría acompañado de una destrucción masiva de guitarras españolas. Urge, por otro lado, la demolición si los hubiese de cualquier edificio, templo o palacio pertenecientes al barroco español, amén de las barbaridades españolas que puedan haber dejado en territorio catalán arquitectos como Rafael Moneo o Calatrava.

Es necesario que alguien retire todas las botellas de vino de jerez, rioja, ribera del duero y albariño, y que se cierre todo aquel bar que haya amenazado la convivencia de los catalanes con la presencia en su menú de la tortilla de patatas. Propongo que esos bares sean sustituidos por McDonald's y así eliminemos un símbolo más de la represión cultural española. Yo creo humildemente que con estas medidas atajaríamos de raíz este problema y estos chicos podrían vivir tranquilamente en una tierra en libertad, sin el acoso del español, sin eñes, sin cocido madrileño, sin toreros, sin toros y sin cuernos. O no.