Las ojeras de la crisis
Hay un método muy utilizado por los psicólogos que consiste en escribir en la mitad de una hoja de papel todo lo malo del asunto que nos preocupa y en la otra mitad todo lo bueno. De esta forma se puede comprobar que no todo es blanco ni es negro. Así se combate al pesimismo, se gana autoestima y se recogen argumentos para afrontar los problemas. Y superarlos. Y todo ello porque el hombre, sobre todo cuando se siente sobrepasado, tiende a ver sólo lo negativo.
Actualizado:Algo así ocurre con la crisis, que nos tiene preocupados y, a algunos, casi paralizados. Paro, procesos concursales, regulaciones de empleo, despidos, congelaciones salariales, cierres de empresas, embargos, tensión social, comedores sociales... Muy optimista hay que ser para no quedar abatido.
Sin embargo, comienzan a escucharse voces que, lejos del catastrofismo, proponen una nueva actitud ante la crisis. Está aflorando una mayor solidaridad social que empieza a dar cobertura a familias en situación repentina de pobreza y comienza a calar la teoría de las redes como instrumento para sobrevivir a la crisis, para compartir recursos y también riesgos, para encontrar nuevas vías.
Las redes sociales -mucho más allá de Facebook o Tuenti- son un instrumento de enorme potencial económico y empresarial, de transformación de cada comunidad. Recientemente, el abogado gaditano Juan Balaguer hablaba en LA VOZ de «contagiar la ilusión, la perseverancia, la fe y el entusiasmo, de hacer creer que es posible». Esto, que alguno puede confundir con palabrería hueca, es el fundamento del cambio. Y Balaguer es otro de los convencidos de la fortaleza de las Networks, redes.
Y como se leía en la entrevista de Pepe Landi, «al margen de la escala del proyecto, del tamaño de la montaña, es igualmente difícil para Barack Obama y para el profesor de Educación Infantil de un pueblo de Soria».
Todo esto se traduce aquí, en nuestro istmo, en colaboración, generosidad y coordinación. Los ayuntamientos, la Junta de Andalucía y los representantes del Gobierno central deben ser los primeros en abandonar intereses partidistas y dar ejemplo de lealtad institucional. Todos ellos deben darse cuenta de que hoy por hoy es preciso olvidarse de las elecciones. El mayor gesto que un político podría hacer por la provincia de Cádiz es trabajar sin calibrar el rédito político y electoral de cada momento, de cada decisión.
El mejor ejemplo sería ver a Teófila Martínez y a Manuel Chaves trabajando juntos -sí, para eso les hemos votado- para salir de la crisis. Lo contrario entristece.Y enfurece. Y las empresas -ésas a las que los sindicatos y el obispo culpan de todo en un discurso populista y demagógico- deben buscar fórmulas para aprovechar talentos, esfuerzos, compras y potencialidades en cada sector. Y establecer estrategias conjuntas, con apoyo de otros sectores, de las instituciones y de la propia ciudadanía. Ayudar a las empresas de aquí, por mucho que les pese a algunos, es una forma de ayudarnos a nosotros mismos. Por cada empresario señorito de puro, barriga tabernera y valores despóticos hay mil que trabajan para crear riqueza, empleo y futuro. Y el trabajador, la parte más débil de la cuerda, debe contribuir en la medida en que pueda a mejorar la productividad y la calidad, porque siempre todos tendemos a creer que la culpa es de otro.
Los líderes políticos comienzan también a necesitar del apoyo ciudadano. En Estados Unidos están preocupados por el aumento de canas de Barack Obama debido al estrés de la crisis. Y el viernes, Manuel Chaves llegó a la Bahía a inaugurar varios proyectos y se le vio tenso, preocupado y en momentos disperso, como si tuviese la cabeza en otro sitio. Ignoro las razones, y si realmente fue así, pero daba la sensación, por su actitud y su discurso, de que la crisis superó hace tiempo la epidermis política y ahora empieza a calar hondo. Chaves hizo un alegato contra el miedo, defendió la confianza en el modelo económico andaluz y, al mismo tiempo, la necesidad de cambios importantes. Creerle no es sólo recomendable, sino necesario.Lo peor es que muchos siguen erre que erre. El diputado socialista Rafael Román asomó la cabeza para pedir unidad de cara al Bicentenario y casi se la cortan. Su partido, el vicepresidente Gaspar Zarrías y hasta el presidente Chaves le han puesto al pie de los caballos. Chaves pide que no tengamos miedo, pero él arremete contra el que parece no tenerlo.
Las palabras tienen menos peso que el dinero, pero soportan mejor las embestidas de la crisis. Por ello, no hay que temer hablar de solidaridad, de generosidad, de trabajo en equipo, de redes comerciales, empresariales, profesionales... Hay que salir a la calle, aunque nos mojemos; tomarse una cerveza, aunque sea sin tapa; ir de vez en cuando a comer a un restaurante, aunque sólo se pida un plato; comprar ropa, aunque dejemos el abrigo para otro año; ir al cine, aunque sea una vez al mes; viajar, aunque sea al campo; vivir, aunque sea con más preocupaciones, y consumir, aunque miremos la peseta. Ah... Y comprar el periódico, aunque sea otro. macastillo@lavozdigital.es