Camino por recorrer
La coincidencia expresada por la mayoría de las organizaciones políticas y sindicales en el diagnóstico sobre la situación de la mujer valorando objetivamente los avances de los últimos años pero señalando el largo camino que queda todavía por recorrer, confirma que el ideal de la paridad aún tropieza en nuestro país con obstáculos seculares. Pero, singularmente, con la resistencia de las estructuras empresariales, familiares y políticas para que el marco jurídico habilitado por la Ley de Igualdad pueda materializar en la practica la equivalencia de derechos y deberes entre hombres y mujeres. Es cierto que en los últimos catorce años se ha duplicado el número de mujeres ocupadas, colocando casi ocho millones de trabajadoras en el mercado laboral y que la legislación fija parámetros igualitarios en relación al salario, las oportunidades y las responsabilidades. Sin embargo, al socaire de determinadas decisiones paritarias plasmadas en la composición igualitaria de varones y mujeres del Ejecutivo central y otras instituciones políticas, la realidad laboral de una amplia base social de millones de mujeres aún permanece estancada en una recalcitrante discriminación que pone en evidencia la falta de interiorización de la voluntad política en extensos sectores de la población. La creación del ministerio de Igualdad sin objetivos ni concreciones después del triunfo socialista en las últimas elecciones generales se ha saldo, hasta el momento, con un balance que se aproxima más a la retórica promocional que a una eficaz gestión de competencias; que, por otra parte, continúan adscritas a otros departamentos ministeriales.
Actualizado:A excepción de los trabajos de preparación de la reforma de la ley de interrupción voluntaria del embarazo que de forma muy discutible el presidente hurtó al Ministerio de Sanidad en beneficio del de Bibiana Aido, en los diez meses de vida apenas ha abordado políticas de cambio que puedan actuar como palanca frente los retos decisivos para la igualdad. El problema de la conciliación de la vida laboral y familiar se enfrenta a la resistencias de empresas cuando no a un mobbing explícito sobre las trabajadoras embarazadas y se suma a la persistencia de las agresiones sexistas y a la tarea del cuidado de los familiares dependientes. Pero el Día de la Mujer puede ser momento propicio para reflexionar desde el Gobierno y las administraciones acerca del impacto de la crisis en la situación de la mujer y el riesgo de que sin una protección especifica peligra el avance de sus derechos y planea el riesgo del retroceso.