Raúl Castro es el artífice de la profunda remodelación del Gobierno cubano. / AFP
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Raúl Castro hace limpieza

Los ascensos en el nuevo Gobierno indican la intención del presidente de apoyar su mandato en las Fuerzas Armadas y el partido

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El terremoto político causado por Raúl Castro esta semana con las destituciones de altos funcionarios comienza a quedar atrás entre los cubanos al tiempo que marca un nuevo inicio o si se prefiere, el verdadero arranque de un Gobierno más afín. No hay precedentes en una remodelación de tal tamaño en un país donde los ministros permanecen lustros en sus cargos.

Desde que en agosto de 2006 asumió provisionalmente la jefatura del Estado, a raíz de la enfermedad de su hermano, realizó pequeños cambios en el Gabinete. Sin embargo, la purga en doce ministerios es un golpe de mano que responde a su plan de reestructurar y hacer más efectiva la organización estatal.

Y el hecho de que algunos ascendidos pertenezcan a las Fuerzas Armadas y al Partido Comunista de Cuba, (PCC) indica su intención de apoyarse en su mandato en esos dos pilares que nunca le han fallado y donde su influencia es innegable.

Un militar retirado confiaba a esta corresponsal que el general Castro es de «ampanga» pero que sin embargo, sabe escuchar, aceptar opiniones ajenas y sobre todo quiere la verdad y no las entelequias. Por eso, muchos cubanólogos confían en que entramos en una nueva época de gobierno en Cuba y que pronto llegarán cambios económicos similares a los del modelo chino. El plazo para su aplicación estará relacionado con la capacidad de los cubanos para capear el temporal económico mundial.

Mientras tanto, las nuevas caras del Ejecutivo se dejaron ver en actos previamente programados: un congreso de globalización y las visitas de los presidentes de la República Dominicana y de Honduras. Ante todo deberán probar su eficiencia que es lo que busca Raúl Castro.

De todas formas, nadie esperaba que Carlos Lage y Felipe Pérez Roque fueran a acabar fulminados de esta manera. Eran considerados los números dos y tres del régimen. Formaban parte del grupo de seis hombres designados por Fidel Castro para apoyar a su hermano a gobernar en el interregno de su enfermedad que finalmente, el 24 de febrero del 2008, fue definitivo.

Explicación oficial

Al anunciar su cese, la nota oficial explicaba que el cargo de Lage no tenía poder alguno salvo el de apoyar a los miembros del Consejo de Ministros. Sin embargo, representaba a Cuba en cumbres internacionales y era interlocutor de jefes de Estado y personalidades extranjeras. Para los cubanos era como un dios: recurrían a él con cartas para que abogara por situaciones delicadas, como adjudicaciones de viviendas u otros trámites que la burocracia congelaba en los cajones de las instituciones. Que tuvieran éxito era otra historia. Generalmente la respuesta llegaba en forma de carta remitiendo al interesado a una instancia institucional inferior. Fuentes consultadas por este diario no se atreven a afirmar que los «errores» cometidos estén relacionados con la posesión de cuentas en el extranjero, como sostienen algunos rumores. En opinión de gran parte de la población, las destituciones de los altos funcionarios públicos, no juega un gran papel destacado en la realidad social de los cubanos, quienes dan más énfasis al aspecto económico, y ese ámbito no se han logrado avances sustanciales. Con la renovación de la plantilla en la Administración, se pretende elegir a personas más capaces y más leales para sanear la economía y paliar los efectos de la crisis mundial en territorio cubano. Un enfermero advertía de que lo malo del caso es que «al final es igual. Primero empiezan muy bien, pero luego se acomodan y hacen lo mismo que los otros. Vamos a ver cuánto les dura el buen comportamiento. No hay más que verlos: cuando entran están flaquitos pero se van con el cuello gordo».