RAZA. Una bailaora 'hecha' en Triana. / JAVIER FERNÁNDEZ
Sociedad

Un barrio, un apellido, un baile

Carmelilla Montoya desgranó su baile de forma instintiva y legítima

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando se acude a disfrutar de un espectáculo de baile flamenco, lo normal es esperar que en los artistas se den una serie de factores. Que tenga técnica, fuerza, elegancia, intensidad, buenos pies y brazos, etc Son pocos los casos en los que no necesariamente han de conjugarse todos estos ingredientes para que la calidad artística prevalezca. Y la Sala Compañía contó con una de estas figuras. El baile de Carmelita Montoya es atípico, poco que ver con lo que se estila en los últimos tiempos. Su escuela no es la de una academia ni un conservatorio. Su escuela es su familia, su gente, su barrio, Triana.

No se complicó a la hora de elegir su repertorio. Un martinete en las voces de La Tana y María Vizárraga deja espacio a la seguiriya y enseguida apareció Carmelita. Vestida de negro, no acabó de encontrarse a sí misma. Estaba distante para con el baile, fría. Posiblemente algo nerviosa. Y no es que lo hiciera mal, es que faltó algo. Sin embargo, conforme iban pasando los minutos y se calentaba el escenario con el cante que pecó de prolongado, Carmen acabó por situarse. El siempre agradecido baile por alegrías contó con gestos la herencia de los Montoya. Que nadie busque la técnica, porque ahí está, pero no se ve, se siente. Está interna, como el tiempo de la seguiriya. La raza de la sevillana es valor más que suficiente para demostrar el todo. El pecado volvió a aparecer de forma repetitiva en las bulerías y ciertos jaleos.

Envuelta en la soleá, sugirió el baile, nada de poses hieráticas. Su baile es emocional, traspasa el alma. Es imprescindible meterse en su cuerpo para comprender el porqué de su representación. Entrar a valorar si esta mujer posee aspectos técnicos, no tiene cabida en su danza, porque no le hace falta. Se mueve de manera tan natura que da igual. Y eso es lo que vale, al fin y al cabo.