La inexistente «familia militar»
Me gustaría hacer público lo que nos están haciendo a mí y a mi familia, así como a un buen número de familias de oficiales (y desconozco si también de suboficiales y de marinería). Después de habitar una vivienda militar durante casi 12 años, el Instituto para la vivienda de las Fuerzas Armadas (Invifas), procederá al lanzamiento, es decir a la expulsión, de mi marido, mía y de mis siete hijos, sí, siete hijos, y todo porque el Ajema, mando máximo de la Armada, con la anuencia del ministro de Defensa, le destinó con carácter forzoso, sin previo aviso y de manera poco clara a Las Palmas de Gran Canaria.
Actualizado: GuardarEl destino lo desempeñó durante un año y tres meses, y mientras, mis hijos y yo nos quedábamos en la vivienda de la discordia, en El Puerto de Santa María (Cádiz), porque al estar los colegios empezados nos habría supuesto la búsqueda de nuevos colegios para todos, nuevas matrículas, otro montón de libros de texto, uniformes, seguros, material escolar y autobuses, porque con el curso empezado no habría manera de meter a todos los niños en el mismo colegio. Y qué decir de una vivienda para los ocho componentes de la familia (el noveno aún no había nacido) en un lugar cuyos precios están a la par con Madrid o Barcelona. Y todo para un año y con un solo sueldo. Regresó de nuevo destinado a la Base Naval Rota, y seis meses después, el Invifas le abre un expediente de desahucio por «haber perdido su residencia habitual», a él, que venía siempre que podía desde Las Palmas a El Puerto para estar con su familia. Después de treinta y un años de servicio, veo que su familia no significamos nada ni para la Armada ni para el Ministerio de Defensa, que a través del Invifas nos trata peor que a los «okupas».
¿Cree usted lógico que mi marido, con 52 años de edad, con mujer y siete hijos de edades entre 2 y 21 años, tenga que estar aún sujeto a cambios de destino cada dos años arrastrando a la fuerza a su familia? ¿Podría decirme algún estamento donde ocurra esto? Civil desde luego, no, y militar sólo en la Armada. ¿Dónde está la conciliación familiar?
Durante todo el proceso que ha llevado contra nosotros el Invifas, iniciado en octubre de 2006, hemos intentado que nos definan qué es para ellos «residencia habitual», y ahora que nos van a lanzar, el 26 de marzo de 2009, aún no lo han dicho. Sí sabemos que esta definición la aplican como les viene en gana, así cuando alguien está destinado fuera menos de un año se cierra el expediente, pero si es más de un año lo echan a la calle, con independencia del tiempo que haya estado en su casa por vacaciones u otros asuntos.
Después de haber llegado a un contencioso administrativo, el juez dictó sentencia a favor de los intereses del Invifas, con una sentencia en la que hay que señalar que habla de unos hechos que no tienen nada que ver con mi marido. Pese a haber recurrido la sentencia, no han querido ni aceptar los recursos ni permitirnos acceder al Supremo. Nos estamos preparando para ir al Constitucional, no sé cómo lo pagaremos, pero a ver si así salimos de los «compadreos».
No sé qué está pasando, pero el Invifas, creado para ayudar a los militares y a sus familias está haciendo lo contrario, olvidarse de ellos y echarnos de una vivienda que nunca había sido abandonada en los últimos 12 años por mi familia. Ya podemos hablar de esa inexistente «familia militar».
María del Carmen Arriba. El Puerto