Más que empleo
El Gobierno aprobó ayer las nuevas medidas para tratar de sostener el empleo y garantizar la protección de los parados, en un contexto marcado por datos añadidos para el pesimismo, tras la caída del Ibex-35 por debajo de los 7.000 puntos; el desencuentro con los sindicatos y la patronal en torno a las iniciativas impulsadas y el abierto entre ellos sobre las condiciones de la negociación colectiva; y las advertencias del Banco de España, de la UE y del FMI acerca de los riesgos que comporta tanto el acelerado incremento del desempleo, como el aumento del déficit público. El Ejecutivo, como otros de su entorno, está encontrándose con importantes dificultades para poder sobreponerse a una espiral por la cual la recesión obliga a adoptar planes de urgencia para hacer frente a los escollos coyunturales, pero sin que los mismos puedan desentenderse de la necesidad de ir construyendo los cimientos para intentar acelerar la recuperación. O para estar mejor preparados para cuando ésta llegue a producirse. En este sentido, las sucesivas medidas promovidas por el Gobierno, con estar en general bien orientadas para frenar algunas de las consecuencias más inquietantes de la crisis, siguen adoleciendo de una falta de planificación que permita, además de responder a los problemas, corregir su rumbo.
Actualizado:Las iniciativas ratificadas ayer por el Consejo de Ministros introdujeron como novedad los requisitos para que las medianas empresas puedan acogerse a la nueva línea de créditos ICO, préstamos que se supeditarán a la creación o el sostenimiento del empleo, a la inversión en I+D+i y a la facturación en el exterior. Estas condiciones tratan de conjugar la voluntad de contener la destrucción de empleo con dos de los factores imprescindibles para regenerar y modernizar nuestro tejido empresarial. Pero vuelve a ser cuestionable que la medida pueda ejercer ahora el efecto deseado, cuando el desplome de la demanda está erosionando gravemente la producción y el empleo y el estímulo financiero puede resultar tardío ya para garantizar la supervivencia de empresas que llevan meses en serios apuros. El Gobierno no sólo debe ser consciente de la profundidad de una crisis que está situando a España a la cabeza del paro en Europa -con mención especial para el juvenil- y recortando a diario el margen para el déficit público. También de que su ritmo aún imparable amenaza con dejar fuera del sistema a quienes tienen más difícil su recolocación laboral.