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ANÁLISIS

El rayo que no cesa

Decía alguien que el problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes. Las últimas y recientes dimisiones de los alcaldes de Arganda y Pozuelo han puesto de manifiesto la actualidad del pronóstico. Tras la efímera tranquilidad y el efecto placebo de los últimos resultados electorales, el PP vuelve a llamar a filas. Rajoy parece decidido a poner orden en la constelación de galaxias populares. Sin embargo, mientras el líder conservador comienza a exigir responsabilidades como manera de airear el enclaustrado cuartel de invierno, Esperanza Aguirre ha dado ya un paso al frente defendiendo la inocencia de todos los imputados en nombre del partido. Queda claro que la guerra por la sucesión continúa abierta, más si cabe con la incorporación de Camps, escudero o 'tapado' de la presidenta.

RAFAEL VÁZQUEZ GARCÍA
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Y todo ello cuando precisamente cuando los populares parecían levantar el vuelo tras la, por otra parte, previsible victoria en Galicia y el digno papel de Basagoiti en el País Vasco. No obstante, y pese al ingenuo optimismo de Cospedal acerca del incuestionable liderazgo de Rajoy, sería iluso pensar que el triunfo gallego amplía las posibilidades electorales del mismo, caso de llegar, en las próximas elecciones generales. Cualquier avispado analista político sabe que sin adecentar los números en el País Vasco, donde recordemos que pese a todo ha perdido dos escaños; en Cataluña, donde anda desaparecido en los últimos años; y en Andalucía, donde la misión parece imposible, resulta infundado pensar una vuelta al Ejecutivo. El problema se acrecienta cuando se constata que las principales fuentes de recursos electorales de Rajoy pasan por comunidades que siguen fuera de su dominio, regentadas por príncipes y princesas postulables a reyes, y cuya línea de flotación parece haber sido alcanzada por el dardo de la sospecha. Sin la mano en el corazón, nada hace presagiar que el PP esté más cerca de La Moncloa que hace una semana.

Por si fuera poco, sigue lloviendo en toda España. En esta época de tormentas, el rayo que no cesa pende sobre Rajoy, que sigue achicando agua en la barcaza popular. Sólo le resta ampararse en las palabras de Churchill: el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.