¿Y eso para qué?
Dice el cuento que un turista de los de cinco estrellas gran lujo se encontró en la costa de México -que podría ser la de Cádiz- con un pescador local. «El suyo será un trabajo duro», le dice.
Actualizado:-Bueno, realmente pesco dos horas al día.
-¿Y el resto del tiempo qué hace?
-Me levanto un poco tarde, estoy con mi mujer y mis hijos, y por las noches voy a tocar la guitarra y a beber cervezas con mis amigos.
-¿Y por qué no pesca más?
-¿Para qué?
-Para comprar un barco más grande y pescar más y producir más cantidad de pescado.
-¿Para qué?
-Para abrir una gran empresa que vaya creciendo cada vez más y que tenga toda una flota de barcos.
-Pero...
-Para crear una compañía con muchos empleados que abra sucursales en otras partes del mundo y quizás que llegue a cotizar en las bolsas.
-¿Y luego?
-Luego comprarse una casa en Manhattan desde la que controlar todo su imperio.
-¿Y entonces?
-Luego retirarse en una casita en la costa de México en la que pescar un par de horas al día, estar con su mujer y sus hijos, tocar la guitarra y beber cerveza con sus amigos.
Alguno pensará que este cuento -que no es nuevo- es una más de las basuras planetarias que circulan por los archivos adjuntos de la red. Entonces puede reflexionar sobre el coche que guarda en el garaje, en los faros de xenon y los 200 caballos que le hicieron feliz aquella semana en que la tapicería olía a nuevo. Que piense en lo que le cuesta al mes. En el porcentaje que se lleva de las horas que echa al día en la oficina lejos de su mujer, de sus hijos o de su libro. Y que piense en las marcas, en el capricho, en lo que gasta en comprarse lo que las miles de voces que gritan en su oído le susurraron que debía tener un hombre como él. En los porcentajes que pensamos en seguir creciendo por encima de la lógica, en lo que quedará de nosotros.
También puede tomar ese portátil de mil quinien que tardó un mes en no ser novedad y buscar a Carlos Taibo -está en el Google y en la página 50-, con sus barbas y sus formas de pensar en alternativas a la soga.