Telecinco
Actualizado: Guardarremendo quebranto en Telecinco: la cadena que despidió 2008 como líder inconmovible ha empezado 2009 como farolillo rojo y, lo que es peor, no parece que esa tendencia a la baja vaya a invertirse. En circunstancias así, uno empieza a tomar decisiones desesperadas -no digo que precipitadas- con el ánimo del bombero que arroja cubos de agua sobre la primera llama que ve. A Telecinco se le incendió el viernes pasado el prime time con La séptima silla, el programa de debate de Sandra Barneda, que tuvo muy malos resultados de audiencia, y la cadena ha tomado la drástica resolución de suprimirlo después de una sola emisión. Es sólo un ejemplo: otros muchos productos han cambiado de hora en esa cadena, cuyo punto débil, por otro lado, no está tanto en el prime time como en determinadas franjas -véase la de tarde- que bajan muchísimo la media diaria de audiencia. Pero hay que decir, no obstante, que el problema no es sólo de Telecinco. El mundo de la tele en general lleva varios meses dando muestras de gran nerviosismo. Se adivinaba una fuerte reducción de la publicidad a medida que penetrara la televisión digital, pero todas las previsiones se han agravado por el momento que vivimos. En estas condiciones, la reducción del mercado publicitario es inevitable y, con ella, el negocio de la tele empezará a menguar. A nuestros canales se les juntan dos problemas: la adaptación a la TDT y la circunstancia de la crisis. A algunos canales, por cierto, se les suma un tercer factor: la deuda acumulada por compras de derechos y otros dispendios, deuda que no van a poder satisfacer salvo intervención de algunas providenciales manos. Este es, a muy grosso modo, el problema de las cadenas de televisión españolas; nadie envidiará en esta hora la posición de los directivos de los canales, atrapados en una disyuntiva atroz: o gastar para asegurarse la rentabilidad los propios productos, o no gastar para evitar que las pérdidas se multipliquen. Si estuviéramos hablando de economías domésticas, nadie dudaría sobre qué hacer: apretarse el cinturón y esperar a que escampe. Pero las finanzas de la tele no son una economía doméstica. La otra cara de la moneda es TVE, que se ha visto aupada a la primera posición. Es lo bueno de jugar con ventaja.