Editorial

Pacto de cooperación

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l acuerdo de asociación estratégica entre España y Rusia, rubricado ayer por los presidentes José Luis Rodríguez Zapatero y Dmitri Medvedev, eleva las relaciones entre ambos países al máximo nivel político. Al tiempo que el acuerdo bilateral de cooperación energética suscrito sitúa a nuestro país en inmejorables condiciones para acceder a las ingentes reservas rusas y para el desarrollo allí de la energía eólica de la mano de empresas españolas. El intercambio de petróleo y gas por tecnología y financiación redundará en beneficio de ambos países en la medida en que, tras establecer el marco general de la cooperación, la relación entre los gobiernos contribuya a facilitar el entendimiento entre las compañías rusas y españolas que deberá concretar la colaboración. La nueva situación afianza la seguridad energética gracias a que añade diversificación de fuentes y riesgos a un país que, a diferencia de otros europeos, ya contaba con ello. Pero el acuerdo plantea el doble desafío de acometer su aplicación desde una política energética definida y estable por parte española y de avanzar hacia una Europa unida también en este campo. Rodríguez Zapatero señaló ayer la oportunidad que se le presentará a España, cuando el año que viene asuma la presidencia por turno de la Unión, para desbloquear las vías de cooperación entre Moscú y Bruselas. Pero los pasos que en adelante puedan darse tanto en el plano bilateral como en cuanto a los vínculos entre la UE y un socio energético de tanta relevancia exigen la previa determinación de una estrategia energética propia y compartida. Una estrategia que clarifique, por ejemplo, cómo afrontar las especiales connotaciones que su origen o dependencia estatal hacen de las empresas rusas realidades singulares dentro de una economía global liberalizada.