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ENCUENTRO. Obama y Gordon Brown charlan animadamente mientras caminan por la Casa Blanca. / AFP
MUNDO

Obama paraliza el escudo antimisiles si Rusia logra frenar la amenaza iraní

El líder de EE UU envía una carta a Medvédev, contrario a vincular la instalación militar con el plan nuclear persa

JUAN P. NÓBREGA
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Una carta secreta al mejor estilo de los buenos tiempos de la Guerra Fría. Barack Obama tiene prisa por crear un nuevo marco de relaciones con Rusia y no ha esperado a la celebración de ninguna cumbre entre ambas superpotencias nucleares para proponer al presidente Dmitri Medvédev la paralización del plan de despliegue del escudo antimisiles, a cambio de la ayuda de Moscú para que Irán frene su programa atómico. La misiva, enviada apenas dos semanas después de que el mandatario demócrata jurara su cargo, muestra un cambio de rumbo radical de la Administración norteamericana, necesitada más que nunca de aliados fuertes para lidiar con los cada vez más complejos asuntos de la escena internacional.

Medvédev mostró su satisfacción en Madrid por las «señales positivas» que llegan de Washington y adelantó su disposición a negociar el sistema de defensa. Pero el jefe del Kremlin considera que no es «productivo» vincular el escudo al programa nuclear iraní. «Si la nueva Administración estadounidense muestra sentido común y ofrece una nueva estructura que satisfaga a las necesidades europeas y sea aceptable para nosotros, estamos dispuestos a discutirlo». Y dejó claro que la postura rusa es «muy simple: tenemos que hacerlo juntos. Tenemos que crear un escudo general contra todo tipo de amenazas, que son muchas». «Espero que esas señales positivas que recibimos de Washington se conviertan en acuerdos», agregó.

Aunque no se han hecho públicos los términos exactos de la propuesta, responsables de la Casa Blanca que pidieron mantenerse en el anonimato indicaron a The New York Times que la carta no ofrece un intercambio de favores sino que pretende otorgar a Rusia un incentivo para que se una a EE UU en un frente común contra los planes de Teherán. El Gobierno norteamericano es consciente de que Moscú mantiene importantes lazos militares, diplomáticos y comerciales con el país islámico, aunque en los últimos tiempos las autoridades rusas se han resistido a la línea dura de Washington hacia el proyecto nuclear persa.

La carta de Obama, respuesta a una primera misiva enviada por Medvédev días después de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca jurara su cargo, forma parte de un amplio esfuerzo para «poner a cero» -según palabras del vicepresidente Joe Biden- el contador de las relaciones entre ambos países. También plantea la ampliación del tratado de armas estratégicas, que vence este año.

A Washington no le queda más remedio que ganarse la confianza de los líderes rusos, muy enojados desde que George W. Bush aprobó el despliegue de una base de misiles en Polonia y un sofisticado sistema de radar en la República Checa. Putin y Medvédev han dejado claro en reiteradas ocasiones que no están dispuestos a que les coloquen una instalación de misiles a pocos kilómetros de su frontera. La Administración Bush trató de apaciguar la ira de Moscú con el argumento de que el escudo protegería a Rusia y a los aliados de la OTAN de la amenaza iraní.

Paralelamente a la carta de Obama, el Kremlin conoció las intenciones del presidente a través del subsecretario de Defensa, William Burns, que se presentó en Moscú en febrero con el argumento de que la cooperación para eliminar el programa nuclear de Teherán podría paralizar los misiñes en Polonia.