POR PETENERAS

Cazafantasmas

Cumplido ya el primer objetivo, los cincuenta puntos que suelen delimitar la barrera de la permanencia, ahora este Xerez encara el siguiente. Parece que hay cierto respeto a pronunciar la palabra prohibida. Y es que es pronto para hablar de ascenso, con perdón.

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Ayer decía Geijo que al Xerez le pueden los fantasmas del pasado. Pero para que esos fantasmas no asusten al quipo, ahí está la afición. Esos 11.846 cazafantasmas que acudieron el domingo a Chapín. Éstos no llevaban las pesadas mochilas con las pistolas de protones ni habían llegado al estadio en aquella ambulancia tuning llena de luces y de sirenas; pero sí, eran 11.846 cazafantasmas, ni uno más ni uno menos. Y son unos cazafantasmas porque tienen los pies en el suelo. Ahora esta afición ha madurado y el equipo ha de confiar en que no habrá presiones innecesarias como pudo haberlas en las épocas de Schuster o Alcaraz.

Pocos xerecistas se atreven a afirmar que el equipo estará el año que viene en la máxima categoría, como así lo aseguran muchos medios no locales y personas ajenas a esta ciudad. Es imposible que no esté ilusionada, porque este equipo invita a ello, pero sabe muy bien el terreno por el que pisa. El ascenso es deseado por todos. A nadie se le escapa que, una vez más, se tiene la oportunidad de aspirar a jugar el año que viene en Primera. Sin embargo, ahora se habla públicamente con cierto respeto y se opta por el «paso a paso». Y es que pronunciar la palabra ascenso, cuando aún quedan dieciséis jornadas, da yuyu. Por ello espero que estos cazafantasmas azulinos no permitan que ningún fantasma en forma de presión interrumpa la tranquilidad del vestuario ni sobrevuele Chapín con miedos del pasado.