INCERTIDUMBRE. Ibarretxe, junto al presidente del PNV, Íñigo Urkullu, y el cabeza de lista por Guipúzcoa, Joseba Egibar. / EFE
ESPAÑA

El PNV presiona a Zapatero para que frene a Patxi López

Ibarretxe iniciará las conversaciones para alcanzar la investidura como 'lehendakari' con el líder del PSE

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Acabada la celebración de la victoria en las urnas, los nacionalistas vascos empezaron ayer a tomar conciencia de que tienen complicado mantener a Juan José Ibarretxe en Ajuria Enea. La dirección del partido jugará sus bazas, en especial la de Madrid, y presionará a José Luis Rodríguez Zapatero para que haga desistir a Patxi López de su sueño de ser el próximo presidente del gobierno autonómico; a cambio, tendrá el apoyo de los siete diputados del PNV en el Congreso. López no lo tiene fácil. «Ha quedado un tablero maldito», rezongó durante la noche electoral un ministro que duda de la conveniencia de desalojar al PNV del gobierno. Los nacionalistas no son ajenos a estas cábalas y van a apostar fuerte para mantenerse cuatro años más y llegar a los 33 en el poder. La dirección del PNV analizó ayer los resultados electorales: 30 escaños, 396.557 votos, el 38,5% del total, con victorias en Vizcaya y Guipúzcoa y un virtual empate en Álava.

Son los mejores números en solitario de su historia, con la excepción de 1984, cuando sumó 32 diputados y 450.000 votos, el 42%. Unas cifras que a lo mejor no sirven para nada, según constataron varios dirigentes en la reunión de la ejecutiva porque, y no es asunto baladí, por primera vez Euskadi tiene una mayoría parlamentaria no nacionalista, lo nunca visto.

El presidente del PNV, Íñigo Urkullu, ya lo dijo la noche del domingo: «Daremos atención preferente a quien ha sido la segunda fuerza», una reflexión que se perdió en el fragor de la juerga de la militancia. Pero aquella declaración de principios no se va a quedar en meras palabras, el PNV la llevará a los hechos. Ibarretxe, como lehendakari y candidato más votado, empezará esta misma semana la ronda de contactos y el primero será el líder del PSE.

La conversación tiene pocos visos de arrojar luz. El nacionalista quiere seguir en la Lehendakaritza y el socialista quiere entrar en ella. Ibarretxe tiene más votos y escaños, pero sus números no dan la mayoría absoluta de 38 diputados por la debacle de sus socios, retroceso en el que, precisamente, el PNV asentó buena parte de su triunfo; el resto corresponde a la admirable movilización de su electorado y al trasvase de voto desde la izquierda abertzale.

Alternativas

López, que también acredita los mejores resultados de la historia del PSE, tiene menos sufragios y menos diputados, pero tiene los números de la mayoría absoluta. Cuenta con sus 24 escaños, acaso 25 una vez que se recuente el voto emigrante, y con los 13 del PP para la investidura.

Así las cosas, las alternativas para el PNV son pocas. La más factible, de acuerdo con su análisis, es hacer valer el peso de sus siete diputados en el Congreso, vitales para que Rodríguez Zapatero se asegure una preciada estabilidad parlamentaria en una legislatura que pinta mal para el PSOE. Sería un desahogo notable y los nacionalistas están dispuestos a asumir el coste.

De no prosperar la carta de Madrid, el PNV tiene pocas más para jugar. Queda la de un gobierno de nacionalistas y socialistas, un escenario del que el PSE no quiere ni hablar, y mucho menos con Ibarretxe al frente. Pero adentrarse en este territorio queda para más adelante, para una fase más avanzada de las negociaciones que ahora se abren.