Rajoy resurge de sus cenizas al recuperar el poder en Galicia
Alberto Núñez Feijóo emerge como el barón autonómico que escora el partido hacia posiciones moderadas
Actualizado: GuardarSe equivocaron quienes quisieron dar por muerto el liderazgo de Mariano Rajoy. El PP presentó estas elecciones como un referéndum interno, el presidente del partido se echó literalmente a las calles y 'corredoiras' de su tierra para pelear hasta por el último voto, y sus paisanos respondieron. La recuperación del poder en la Xunta de Galicia permite a Rajoy resurgir de sus cenizas, recuperar autoridad frente a los críticos y encarar las próximas elecciones al Parlamento europeo como claro favorito.
El político gallego empezó a creer en los milagros una vez metido en campaña. Las encuestas diarias le permitían vislumbrar la mayoría absoluta en el horizonte, aunque siempre con altibajos. El reparto de papeles entre el candidato Alberto Núñez Feijóo, que se peleó por el voto urbano, y el líder del partido, volcado en las zonas rurales, actuó como el bálsamo de fierabrás y se reveló la fórmula del éxito. Al contrario de lo que ha sido habitual en su trayectoria política, Rajoy se lo jugó todo al órdago del triunfo y apostó a ser el candidato en lugar del candidato.
El PP decidió que el próximo presidente de la Xunta desempeñará un papel secundario, consciente de que los gallegos decidían algo más que el color de su gobierno autonómico. Núñez Feijóo se adaptó a la perfección a esta estrategia. Además de recuperar en una sola legislatura el poder que perdió Manuel Fraga en 2005, se convirtió en uno de los barones más influyentes del partido. Con el regreso de los populares a su emblemático territorio no sólo se apuntala el liderazgo de Rajoy y se refuerza su autoridad para poder afrontar la grave crisis abierta por la trama de corrupción. Además, en una única jornada, han cambiado los equilibrios de poder en el seno del partido opositor con un significativo avance de los sectores más moderados, los que auspiciaron el cambio de rumbo que emprendió el partido en la actual legislatura. Ya nadie podrá moverse en la organización sin contar con Núñez Feijóo, quien, sin duda, se unirá en estrecha alianza con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Apoyado en ambos y en la reciente victoria, el presidente del PP podrá acometer las medidas disciplinarias que estime necesarias para poner a salvo a su partido frente a los embates de la trama bajo investigación judicial.
La comodidad no será menor para el líder de la oposición a la hora de enfrentarse al presidente del Gobierno en el Parlamento. Ahora podrá echarle en cara que no sabe gestionar ni hacer frente a la crisis y que los ciudadanos han demostrado en las urnas que los socialistas no conocen los problemas que padecen los españoles ni cómo resolverlos.
Retroceso pero menos
El resultado en el País Vasco fue recibido como un mal menor para los inquilinos de la sede de la calle Génova. En los primeros momentos de la tarde-noche, el pesimismo dio paso al pánico cuando las encuestas atribuían a la candidatura de Antonio Basagoiti tan sólo nueve escaños de los quince que logró María san Gil en 2005. Pero el resultado final llegó como agua de mayo alrededor de las diez de la noche y la temida sangría de votos fue al final un descenso de sólo dos diputados. Para ser el precio del traumático cambio que experimentó el PP en aras de la renovación de su discurso y equipo dirigente, no resultó tan grave. Basagoiti fue el primer candidato en aparecer en público para valorar sus resultados y dejar claro que su grupo parlamentario será «decisivo» para la conformación del nuevo Gobierno vasco. «Somos determinantes», dijo, y apostó por un cambio que tendrá que liderar, en todo caso, el PSE.
«Para nosotros, lo más importante es que puede haber una mayoría de gobierno entre PP, PSE y el partido de Rosa Díez», declaró el portavoz del PP apenas en los albores de la noche electoral, cuando sus proyecciones de las primeras papeletas le confirmaban también la mayoría absoluta en Galicia. Esteban González Pons fue el único dirigente en comparecer en la sede nacional, donde no se había previsto música, pancartas ni celebraciones, como suele ser habitual en las noches electorales.
La sonrisa en el rostro del vicesecretario era el reflejo de la indisimulada alegría que ya se vivía en la planta séptima de la sede popular. Alberto Ruiz-Gallardón, Javier Arenas, Dolores Cospedal, Ana Mato y un puñado de eurodiputados, entre los que se encontraban José Manuel García Margallo y Francisco Millán, celebraron el triunfo. Esperanza Aguirre se encontraba fuera de Madrid, según fuentes de la Puerta del Sol. Mariano Rajoy, acompañado por su esposa, Elvira Fernández, permaneció sereno, impasible e imperturbable a pesar del jaleo y sin el menor atisbo de euforia. «¿Felicidades presidente!», le gritaban. «Gracias», respondía. A buen seguro, recordaba su advertencia de hace unos meses, cuando prometió responder a los críticos con los resultados de las urnas.