ESPAÑA

El PSOE se aferra a Euskadi para superar el mal trago de Galicia

Enorme decepción para los socialistas y un duro varapalo para el propio José Luis Rodríguez Zapatero. La posibilidad histórica de formar gobierno en el País Vasco apenas sirvió para hacer más pasajero el trago.

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Las elecciones gallegas tenían mucho de simbólico. Siempre se ha entendido que servirían de termómetro para medir el desgaste que la crisis económica ha provocado en el Gobierno y el mismo presidente del Ejecutivo hipotecó su crédito como gobernante al resultado de esto comicios al afirmar, en el mitin final de campaña, que votar a Emilio Pérez Touriño era votarlo a él.

El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, se había volcado además con todas sus fuerzas en la campaña. Y aún así, en el peor momento del PP, con un líder debilitado por la contestación interna y asediado por los escándalos de corrupción y espionaje, los socialistas han sido incapaces de retener un Gobierno que conquistaron hace tan sólo cuatro años, tras lustros de poder popular.

El número dos del partido, sólo fue capaz de enviar ayer a los hombres de Touriño, la «solidaridad de todos los socialistas de España». Con aire abatido admitió que «se abre una nueva etapa en la oposición para recuperar la confianza mayoritaria de la ciudadanía de Galicia». Fue el reconocimiento de un mazazo.

Lo cierto es que todos los cálculos de los estrategas socialistas fallaron: la alta movilización -superior incluso al récord de participación de 2005- favoreció al PP, el escaño que aspiraban a arrancar en Orense se quedó donde estaba, el de Lugo tampoco se movió y, en cambio, Alberto Núñez Feijóo fue capaz de ganar un escaño en La Coruña a costa del BNG y otro en Pontevedra a los socialistas.

Los ánimos en la sede central del partido, en la calle Ferraz, estaban por los suelos. Blanco no anunció su comparecencia ante los medios para hasta las diez y media de la noche -cuando hacía ya treinta minutos que había hablado el portavoz del PP en la calle Génova, Esteban González Pons- y después hubo que esperar casi tres cuartos de hora porque prefirió que antes hablara Patxi López. El golpe fue para él doble porque, hasta que se cerraron las urnas, confiaba en que la reedición del bipartito estaba asegurada. Es más, si tenía duda de algo, era de los números dieran para intentar la investidura del candidato socialista en Euskadi.

Tampoco es que en Euskadi se cumplieran todas las expectativas. Las encuestas auguraban un empate técnico y, aunque el PSE dio un salto importante y creció en seis escaños, quedó otros seis por debajo del PNV, que pueden bajar a cinco con el voto emigrante.