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PATXI LÓPEZ

Un líder amable

Hay personas que, más allá de su edad, transmiten una peculiar sensación de juventud. Patxi López es una de ellas. Pese a estar a punto de cumplir los 50, el secretario general de los socialistas vascos parece tenerlo todo por delante, como si dispusiera de todas las posibilidades, de toda la ilusión y de todos los márgenes de mejora. Él ha sabido aprovechar esa baza y ha edificado su imagen pública sobre evidentes virtudes juveniles, como el cambio, la ilusión o la esperanza. El otro pilar sobre el que se sostiene su trayectoria es una certeza absolutamente contemporánea: en nuestra sociedad para un líder político es mucho más importante no cometer errores que ser brillante.

P. M. Z.
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López es un líder amable. Tiene aspecto de recién llegado y, sin embargo, ha estado relacionado con la política desde su nacimiento. Es hijo del histórico Lalo López Albizu y vio a sus padres hacer política en la clandestinidad y sufrir las consecuencias en forma de cárcel y destierros. Por su casa desfilaron primeros espadas del socialismo, desde Ramón Rubial hasta Felipe González. Criado en Portugalete, se afilió a las Juventudes Socialistas con 16 años. Lo hizo el mismo día que Nicolás Redondo Terreros, con quien compartía cierta predisposición genética a la militancia y al ascenso en el organigrama del partido. López fue secretario de las juventudes del PSE y, con 26 años, aterrizó como parlamentario en Madrid. Su paso a la primera línea tuvo lugar cuando fracasó el asalto conjunto de Redondo Terreros y Mayor Oreja a Ajuria Enea. De un modo prudente y silencioso, López fue el encargado entonces de recomponer un partido que salió maltrecho de su alianza táctica con el PP. Desde entonces, una de sus obsesiones consiste en alejar cualquier idea de frentismo. En su actividad política combina las críticas al nacionalismo con una constante llamada al entendimiento y a la colaboración entre distintos. No se cansa de repetir algunas palabras que brillan como talismanes: diálogo, consenso, pacto. No hay duda de que López es un aventajado discípulo de la exitosa escuela de Zapatero. Por eso confía decididamente en la magia de las palabras y en la maleabilidad de los conceptos. Su imagen es fresca, próxima y transmite cierta confianza. En los últimos tiempos, ha comenzado a modular su buena voz y a utilizar la pronunciación superesdrújula del presidente español. También tiende a reforzar su discurso con una marcada gesticulación.

Quienes han trabajado con él, repiten que Patxi López conoce como nadie las interioridades de su partido. Es probable que el mayor mérito de su trabajo al frente de la secretaría general haya consistido en cohesionar el PSE y convertirlo en una alternativa sólida al nacionalismo. Las viejas disputas entre las distintas familias socialistas parecen haber desaparecido. Quien hoy parece el líder natural del socialismo vasco, no lo tuvo siempre todo a favor. Se sabe que Zapatero propuso a Ramón Jauregui para conducir una especie de transición tras la marcha de Redondo.

Es uno de los políticos españoles que maneja las nuevas tecnologías con mayor eficacia. En su muy visitado blog comenta los pormenores de su actividad diaria y habla de un modo informal de sus aficiones, especialmente de las musicales. Como muchos otros políticos, López se reconoce un fan del rock and roll, pero curiosamente él sí parece saber de lo que habla. Cuando enumera sus grupos favoritos -Massive Attack, Vetusta Morla, Los Punsetes- no da la impresión de tener un asesor de imagen cuchicheándole al oído.