
Rajoy afronta con las elecciones vascas y gallegas la enésima reválida a su liderazgo
El presidente del PP tiene preparada una estrategia de supervivencia para hacer limpieza entre los afectados por la trama de corrupción
Actualizado: GuardarMariano Rajoy no ha ganado ni una sola convocatoria electoral desde que fue designado sucesor de José María Aznar, aunque superó todas las batallas internas y salió victorioso del congreso nacional del PP en Valencia celebrado el pasado verano. Hoy debe revalidar ese aval y necesita darles un éxito en las urnas a sus correligionarios, muchos de los cuales sólo están pendientes del resultado electoral, sobre todo en Galicia, para intentar desestabilizar de nuevo su liderazgo. La crítica situación del PP, afectado por la trama de corrupción que investiga el juez Baltasar Garzón, podría retrasar el proceso de relevo e incluso permitir la consolidación de su líder. Rajoy lo sabe y no ha perdido el tiempo. Tiene preparada una estrategia de supervivencia que se pondrá en marcha mañana mismo.
Lo que más teme el político gallego es una derrota sin paliativos en su tierra: una pérdida de dos o más diputados en la Cámara autonómica. Se consolidaría así como el gran perdedor, alguien que no puede ni soñar con intentar ganar a los socialistas. El fracaso pondría en el disparadero todas las operaciones y complots que llevan meses cociéndose entre bambalinas y que encontrarían, en las urnas gallegas, el aglutinante capaz de aunar sectores muy dispares que comparten un único objetivo: propiciar el relevo. Pero las últimas encuestas que manejan en la calle Génova, sede central del PP, le permiten acariciar la esperanza de un triunfo en Galicia con mayoría absoluta y Rajoy se apresura a rentabilizarlo con vistas a fortalecer su liderazgo interno y lanzar a su partido como favorito en las elecciones europeas. Está preparado para aprovechar el impulso electoral, acallar voces críticas y tratar de resolver el callejón sin salida en el que se encuentra a causa del sumario que instruye Garzón.
La posibilidad de que el PP consiga hoy los 38 escaños que otorgan la mayoría absoluta en Galicia, como insinúan algunas encuestas de última hora, también inquieta a los 'marianistas'. El equipo de Rajoy es consciente de que, incluso ganando por la mínima en el escrutinio de las urnas gallegas, Alberto Núñez Feijóo podría salir derrotado con los votos de los emigrantes, que se contabilizarán días después. Este hipotético resultado no haría más que retrasar el suspense y la agonía que, sin duda, le tocaría vivir al líder del PP.
Resultado regular
Los críticos también temen una situación de estas características porque creen que no haría más que retrasar un relevo que consideran inevitable antes de las elecciones generales de 2012. «Lo peor será un resultado regular, sin perder por mucho ni tampoco llegar a la Xunta, porque dejaría todo igual que antes otra vez y volvería a aplazar cualquier solución», apunta uno de los detractores del líder.
Las cuentas de las elecciones vascas son más sencillas porque no permiten especular con un crecimiento de la candidatura popular y todos los indicios confirman la tendencia hacia un claro retroceso. Si la pérdida de apoyos es tan significativa que la lista de Antonio Basagoiti pierde cinco diputados respecto a los que obtuvo María San Gil hace cuatro años, la bronca interna estará servida. Con nueve escaños más a repartir, los que consiguió la izquierda 'abertzale' en los anteriores comicios, que el PP se quede por debajo de los 11 diputados supondrá el peor de los síntomas.
Y si la pérdida de apoyos permite, además, la entrada en el Parlamento de Vitoria al partido de Rosa Díez, la crisis será inevitable porque el primero en hacer una seria llamada de atención en pro de la renovación será el candidato a las siguientes elecciones, Jaime Mayor Oreja. Por el contrario, si se produce el éxito electoral esperado por el PP en Galicia y obtiene un resultado digno en el País Vasco, Mayor Oreja pasará a segunda fila y Rajoy hará una campaña europea en primera persona, como si fuera el auténtico candidato a las primarias presidenciales, a la espera de 2012. Al menos, con eso sueña el pontevedrés.