
«La salida nunca se ve»
Manuel cayó en la droga a los 13 años y tras permanecer 14 meses en un centro está logrando rehacer su vida
Actualizado: GuardarManuel entró en la droga con tan sólo 13 años y ahora con 29 está rehaciendo su vida poco a poco. Por ello se marchó de Cádiz para permanecer 14 meses en un centro de tratamiento y continuar su formación en un taller de empleo de albañilería. Hasta aquí su camino no ha sido fácil, pues para darse cuenta del mal que le estaba haciendo las drogas ha tenido que perder muchas cosas. Entre las que más le duele está la relación con su pequeña. Una niña que le hizo darse cuenta de que tenía que apartarse de un mundo «del que no ves la salida».
Pero Manuel fue valiente y «un día decidí ir a casa de mi madre y no comprar más drogas. Allí pasé el mono y tras estar ingresado cinco días en un hospital decidimos que lo mejor era buscar un centro de tratamiento». Lo que motivó su salida de las drogas fue, «precisamente, mi niña, porque no quería que cuando fuera mayor tuviera vergüenza de su padre». Ahora pasa menos tiempo con ella, pero al menos «lo valoro mucho más que antes».
Manuel entró en el mundo de las drogas a los 13 años y por experimentar con los amigos. Comenzó «con lo típico, con los porros, la bebida para luego pasar a la cocaína y a la heroína». Momento en el que las drogas cogieron las riendas de su vida ya que recuerda que «me levantaba y necesitaba un chute de heroína; si no, no estaba tranquilo».
El primer paso para salir de la droga es darse cuenta uno mismo de que «verdaderamente quieres apartarte de ese mundo, porque te da igual lo que te digan los demás». Dar el paso no asegura la recuperación, ya que es cuando viene lo más difícil. En el caso de Manuel, «me tuve que enfrentar a todos los problemas a los que les había dado la espalda: cuando estaba en las drogas me peleaba con mi familia, con la madre de mi niña y luego iba y me emborrachaba, me tomaba algo y todo se me olvidaba, pero los problemas seguían ahí y es ahora cuando tengo que enfrentarme a ellos uno por uno».
Asegura que «es sencillo entrar en el mundo de las drogas porque es fácil conseguirla ya que tus propios colegas venden piedra o incluso cocaína, y si quieres conseguir algo más fuerte no tienes más que ir a barrios marginales El Puerto, Sanlúcar o Sevilla, unos lugares que están abiertos las 24 horas del día».
Aun así, también reconoce que hay «mucha ayuda» cuando se quiere salir, aunque resulta «complicado verla» desde dentro. A pesar de la experiencia tan dura que ha pasado y de «acostarme siempre preocupado por ver a quién debía dinero», no sabría qué consejo dar a los jóvenes que están inmersos en este mundo porque «eres tú mismo el que tienes que valorar el mal que te hacen las drogas; hay gente que las toma durante los fines de semana y no les pasa nada y otros como yo que se obsesionan. Expongo mi caso y si alguien es inteligente sabrá qué camino debe elegir y espero que no sea el mío».