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«Un coche en el garaje y un pollo en la cazuela»
Una receta perfecta para salir de la depresión que fue lema electoral en EE UU justo antes del crash de 1929
Actualizado: GuardarMichigan, 1928. Un granjero observa un cartel electoral pegado en la estafeta de correos: «Un pollo en cada cazuela y un coche en cada garaje». Por razones obvias, desea que la promesa lanzada por el candidato republicano Herbert C. Hoover (nada que ver con el famoso director del FBI) sea verdad. A él le vendría muy bien que todos y cada uno de los americanos comprase un pollo al mismo tiempo. Y a su primo, que lleva unos meses trabajando para la Ford, no digamos. Como el ganadero y su primo piensan millones de compatriotas, que votan la opción más conservadora.
Un año después, en 1929 (¿hace falta recordar qué ocurrió en Wall Street entonces?), a Hoover y a los suyos se les queda cara de pollo con gripe aviar y el país entra en la peor recesión de su historia (hasta hoy en día). En 1933, Franklin Delano Roosvelt arrasa en los comicios y, aunque como demócrata debía propugnar algo muy distinto a su antecesor, su New Deal no se alejó demasiado de la receta ideal: consumo y más consumo, con especial atención a la agricultura y a la automoción.
¿Tanto importan los coches (el campo ha perdido mucha incidencia de siete décadas a esta parte)? ¿Es un sector tan influyente en la economía ya no sólo de Michigan, de España, sino también de Cádiz, donde sólo Visteon fabrica algo que pueda relacionarse con la actividad automovilística? La respuesta es sí. La estadística resultante de agitar el crecimiento económico gaditano con la simple venta de vehículos lo corrobora.
Pero eso vendrá un poco más adelante. Antes, unos pocos datos macroeconómicos: el 20% de lo que se compra y se vende en el país (sirve la cuenta a escala localista) son coches. Lo dice Faconauto, la federación nacional de concesionarios, cuyo presiente, Antonio Romero-Haupold es también el portavoz de la asociación provincial del gremio.
Siempre al frente
Una relación de una quinta parte explica por ejemplo una de las leyendas urbanas del papel salmón, como es que la industria del motor en un termómetro preventivo de lo que vendrá a continuación. Lo que quiere decir que son los primeros que empiezan a notar los síntomas del frenazo económico (como sucedió en 2008, ya que la venta de automóviles empezó a perder aceite desde el mismo mes de enero, hasta griparse pasado el verano) y los pioneros en encontrar un nuevo prado de bonanza económica.
En cuanto las matriculaciones vuelvan a fluir, se atisbará el fin de la recesión. «Y estoy convencido de que eso sucederá a finales de este mismo año», pronostica Romero-Haupold (lo que llevaría a cierta estabilización generalizada durante 2010 y lento despegue a partir de 2011).
El principio del fin
Hasta que se cumplan sus deseos, sin embargo, los concesionarios sufren igualmente los efectos de la criba y despiden al mismo ritmo que el resto del sector secundario (no es la construcción, pero cada mes se pierde en torno a un 3% del empleo en la industria, según datos del Servicio Andaluz de Empleo). Justo en la víspera de que se desataran los problemas, los vendedores y trabajadores afines (mecánicos, pintores, chapistas...) en Cádiz sumaban más de 2.000 asalariados y a finales de 2007 se dijo que podrían emplear otros tantos durante los siguientes ejercicios.
Aunque llegó el estallido financiero y se trastocaron los planes. Según los datos del Sistema de Información Estadística de la Junta (basados a su vez en la Dirección General de Tráfico), las matriculaciones de turismos se han recortado un 32% durante 2008, hasta sólo darse de alta 26.001 nuevos coches durante todo el ejercicio, el peor registro desde 1998 y lejos del entorno de los 40.000 en los que se ha movido el sector desde 2003 (si sumamos camiones, furgonetas o motocicletas, el volumen anual superaba las 50.000 matrículas recién estrenadas).
Dicho y hecho, el tijeretazo a la adquisición automovilística ha impactado sobre la economía gaditana de forma que en el último dato disponible de crecimiento del Producto Interior Bruto, del tercer trimestre, casi se precipitaba a la recesión: apenas del 0,4% de avance, según la estimación de Analistas Económicos de Andalucía (Unicaja).
Obviamente, hay muchos más factores para explicar la evolución del PIB, aunque ventas de coches y crecimiento han ido de la mano en los últimos ejercicios a este lado de El Cuervo.
Veamos: en 2002, cuando la economía procuraba salir del bache en la que le metieron las puntocom, Cádiz terminó el año con un PIB del 2,1%, algo por encima de la media española y a cuatro décimas desde abajo de la andaluza. A partir de 2003, y mientras que las compras se recuperaban y se situaban ya cerca de las 34.000, el PIB gaditano se fue en diciembre hasta el 2,8%. Un año después, e inaugurando el círculo virtuoso de la economía y de la automoción, coincidieron casi 40.000 matrículas anuales con alzas de la producción de más del 4% y siempre mejores a las medias regionales y estatales. Fue llegar 2007 y sus primeros nubarrones y el PIB bajó del 4% (3,7% en Cádiz). Exactamente, a la par de la primera corrección automovilística, que se relajó hasta las 38.000 unidades.
Efecto expansivo
¿Casualidad o incidencia directa? Un 20% (que es lo que supone el consumo de automoción respecto a todo el consumo) es mucho. No es lo único, sin embargo. Por cada coche que se adquiere, Hacienda recauda 2.000 euros en impuesto (y lo que recauda el fisco ya sabemos en qué repercute luego), con lo que una simple cuenta da a entender que cuanto mejor funcione el sector, mejor le irá a las arcas públicas. Luego están los impuestos municipales, el empleo indirecto en forma de talleres, seguros, accesorios y hasta multas (ese gran foco de ingreso de los ayuntamientos y de Tráfico). Finalmente, y aunque suene algo tangencial, los coches son los principales anunciantes del país en todos los soportes publicitarios y tiran del carro de patrocinios culturales a nivel local.
Por si todo esto no fuera suficiente para justificar por qué un coche en cada garaje revitalizaría la economía o marca el paso de la prosperidad, se podría recordar que Cádiz, ciudad conocida por su elevada tasa de paro y escaso empuje económico, es la capital de provincia española donde menos coches por habitante hay, según el Observatorio de la Sostenibilidad del Ministerio de Medio Ambiente. Tampoco hay que olvidar que el heraldo de las malas noticias del desempleo, la deflación y el atasco crediticio que se sufren ahora fue el cierre de la factoría que Delphi tenía en Puerto Real en febrero de 2007. La penúltima gran empresa del motor que pisó la Bahía.
amedina@lavozdigital.es