CON LOS SOLDADOS. Obama saluda a un grupo de marines durante su visita a la base de Camp Lejeune. / AP
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Obama traiciona su gran promesa

El presidente retrasa la salida de las tropas de Irak a 2011, el plazo pactado por Bush

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Era el candidato antibélico, el que se diera a conocer en 2002 durante un acto contra la guerra de Irak, cuando eso se consideraba antipatriota. Ayer Barack Obama expuso su plan para retirar las tropas, no en los dieciséis meses prometidos, ni en los dieciocho vendidos, sino hasta final de 2011. El mismo plazo pactado por George W. Bush para acabar con una guerra a punto de cumplir seis años.

Para él fue una de las dos llamadas de cortesía que hizo desde el avión camino a la base de los marines en Camp Lejeune, en Carolina del Norte. La otra fue para el primer ministro iraquí, Nuri al- Maliki. Ninguna sorpresa en las líneas generales. El plan que dice haber diseñado tras consultar con los militares, los mismos que trabajaron para Bush, se ajusta a lo que aprobase el Parlamento de Bagdad en noviembre a propuesta del Gobierno estadounidense.

El nuevo presidente ha decidido poner fin a las operaciones de combate en agosto del año que viene, pero deja en Irak entre 35.000 y 50.000 militares como «tropa de transición para llevar a cabo labores de entrenamiento, equipamiento y asesoramiento a las fuerzas de seguridad iraquíes, siempre y cuando no sean sectarias, además de conducir labores antiterroristas y proteger nuestros esfuerzos civiles y militares en Irak».

Más que en Afganistán

La cifra supera el nivel actual de tropas en Afganistan (33.000), que antes de primavera se reforzará con 8.000 marines de la misma base desde la que habló ayer Obama, y llegará a los 47.000 antes del verano. «Es un número mucho más alto del que yo había anticipado», confesó el líder de los demócratas en el Senado, Harry Reid. Según The New York Times, la portavoz del Congreso, Nancy Pelosy, era «otra de las personas que estaba particularmente enfadada con el número de fuerzas residuales que quedarán».

Por contra, Obama había encontrado por fin la aprobación de su rival de campaña John McCain. Desde el hemiciclo del Senado, McCain saludó ayer «un plan muy razonable» que a su juicio llevará el país a la victoria.

Los más decepcionados eran los grupos antibélicos que, como el presidente, nacieron al amparo de la guerra de Irak y apoyaron su candidatura. «Éste no es el plan que esperábamos ver, ni el cambio prometido», declaró Dana Balicki, de Code Pink. «En muchas maneras es la continuación del desastre que Bush había empezado. La ocupación continúa».

La traición a su promesa electoral opacó otros puntos positivos del histórico discurso. Obama prometió a los iraquíes que EE UU «no tiene aspiraciones sobre vuestro territorio o vuestros recursos», y se comprometió a servirles de «honesto mediador», así como ayudarlos a integrarse en el mundo comercial y en las relaciones diplomáticas de la región.