Los nuevos conversos
Si la energía nuclear tiene un padre, ése es el físico italiano Enrico Fermi, el primero que logró fusionar partículas en los años 30. Es poco probable que el científico transalpino imaginase que, 70 años más tarde, su descubrimiento se convertiría en una piedra angular de la política en Europa o que impulsaría una alianza firme como la suscrita ayer por Berlusconi y Sarkozy. En el viejo continente existe un problema grave con una formulación fácil: tiene poca energía y necesita mucha. En conjunto, Europa representa la economía más grande del mundo y exige un elevado volumen energético para que la misma funcione bien. La dificultad está en que le faltan fuentes como el carbón, el petróleo o el gas y depende en exceso de las importaciones. Como consecuencia, los recursos de la UE están en manos de países y regiones como Rusia, el Magreb u Oriente Medio, que no son siempre de fiar. Además, el precio del crudo oscila fuertemente -desde 117 euros del año pasado a los 35 actuales-, lo que complica la tarea de planificar la economía. Y junto a ello, la contaminación de la atmósfera por las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por combustibles fósiles y su reducción se han convertido ya en una gran prioridad internacional.
Actualizado: GuardarAsí que estamos asistiendo a un renacimiento de la energía nuclear, hasta el punto de que hay ecologistas que aceptan que es la única opción factible. Por ejemplo, Stephen Tyndale, que fue director de Greenpeace durante cinco años y que llevaba en su ADN la militancia contra todo lo nuclear. Pero ahora ya no. En lo que él mismo describe como una conversión religiosa, Tyndale y otros importantes defensores del medio ambiente han cambiado de opinión. Todavía se fijan como objetivo producir energía cien por cien renovable, pero reconocen que eso no se logra de la noche a la mañana. Y existe ya una necesidad urgente de introducir cambios en la estrategia energética que reduzcan el uso de los combustibles fósiles. Quizá se trate de elegir entre dos males, pero para ellos es una elección que sólo tiene una respuesta. Así que, aunque sea una paradoja improbable, puede que algunos ecologistas relevantes festejen la noticia de que dos líderes europeos están planificando más centrales nucleares.