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España sigue inmersa en un largo debate sobre la energía nuclear

La cuestión atómica es objeto de debate y controversia desde hace décadas en España. El temor, casi pánico, que genera entre la mayoría de la opinión pública llevó a la moratoria que, desde principios de los años 80, prohíbe la construcción de nuevas centrales. Y en los últimos meses las reticencias crecieron al mismo ritmo que los incidentes nucleares: aumentaron un 150% en cuatro años.

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Del otro lado están quienes recuerdan que hace falta energía y que el petróleo no sólo es limitado y contaminante, sino que hay que comprarlo fuera y su precio fluctuante lo convierte en una fuente de problemas. ¿Qué hay de las energías renovables? Los expertos dicen que como complemento están bien pero, de momento, no son capaces de dar respuesta a la creciente demanda energética. De hecho, el 30% de la energía que se consume en el continente se genera en centrales nucleares y parte de la que España importa tiene este origen. La batalla entre el pragmatismo de quienes defienden la cuestión atómica y la prudencia de quienes la rechazan llega hasta el mismo Gobierno. La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, defendió en septiembre que la energía nuclear «hay que contemplarla como una más. Está ahí, es barata y está siendo utilizada por todos nosotros». Incluso desde el Centro de Investigaciones Energéticas (Ciemat) admiten que «nada puede sustituir a la centrales nucleares». Sin embargo, el presidente Zapatero, consciente de la impopularidad del asunto, se desmarcó para asegurar que «no será mi Gobierno el que apueste por la energía nuclear, pese a los cantos de sirena».

Pero ahora llegamos al momento en el que el Ejecutivo tendrá que mostrar su rostro. La central burgalesa de Garoña, la más antigua del país -se abrió en 1971- y objeto de críticas por sus problemas de corrosión en la vasija del reactor y sus grietas, tiene permiso de funcionamiento hasta el 5 de julio. Y el Gobierno deberá decidir antes si prorroga su permiso dos años más. El mes que viene hay una parada programada para recargar uranio que duraría dos años más, actitud vista por muchos como una maniobra para forzar su continuidad. Junto a Garoña, en España funcionan las centrales de Trillo (Guadalajara), Almaraz I y II (Cáceres), Cofrentes (Valencia), Ascó I y II (Tarragona) y Vandellós II (Tarragona). En ellas se produce el 17% de la energía eléctrica que se consume.