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ESPERANZADOS. Los alumnos-trabajadores del curso en las instalaciones de la asociación Aspanido, tras la inauguración del evento celebrada ayer. / LA VOZ
Jerez

Aprendizaje e ilusión por trabajar

La asociación Aspanido organiza la escuela taller Trébol de tapicería de muebles donde participan 30 personas entre discapacitados y desempleados

J. AGUILAR NOVIS
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La búsqueda de empleo es un objetivo para todos los que no lo tienen. La necesidad de recibir un sueldo se hace vital, aunque también existen otras inquietudes, más allá de las económicas, por las que las personas quieren realizar una labor reconocida socialmente. En la actualidad las ofertas de trabajo escasean y por ello los treinta alumnos del taller escuela Trébol, que desde el pasado 29 de diciembre realizan un curso de formación en la especialidad de tapicería de muebles, tampoco lo van a tener fácil para incorporarse al mercado laboral cuando concluya este periodo de aprendizaje.

De hecho, la mayoría de estos quince chicos y otras tantas chicas, todos ellos mayores de 25 años, han tenido que sortear caminos difíciles para intentar encauzar su futuro. Ahora, gracias a la puesta en marcha de esta escuela taller de la asociación Aspanido, esta treintena de alumnos se muestra ilusionada por encontrar un hueco en el siempre difícil ámbito del empleo. El cincuenta por ciento de ellos padecen alguna discapacidad intelectual y fueron seleccionados entre los miembros de la mencionada asociación, el colegio de educación especial La Merced, la oficina de atención a la discapacidad del Ayuntamiento y el Servicio de Andalucía Orienta Fundosa. Mientras tanto, los otros quince alumnos son desempleados que han sido derivados del servicio de Andalucía Orienta para buscar una salida laboral. Además de aprender un oficio, también reciben formación y orientación laboral y educación compensatoria.

Una aventura

Casi todos reconocen que este curso de tapicería de muebles se ha convertido en una auténtica aventura, no sólo a nivel profesional, también en el aspecto personal, porque la convivencia aporta más cosas que las propiamente materiales, ya que el compañerismo y el buen ambiente que existe entre ellos hace que las horas pasen prácticamente sin darse cuenta.

En todo caso, a lo largo de los doce meses que dura la experiencia, los participantes reciben una remuneración económica que proviene de la partida presupuestaria de la Consejería de Empleo -620.170,20 euros-, aunque también es utilizada para comprar materiales de trabajo.

En este sentido, la presidenta de Aspanido, Juana Zarzuela, que dedica todo su tiempo a la atención y organización de este tipo de actividades, comentó ayer en tono de humor que tal es la ilusión de los alumnos que se sienten trabajadores y «cada día hacen más y más sofás. No sé, sinceramente, si vamos a llegar a final de año con el presupuesto que tenemos porque los sofás y las sillas se regalan a ONGs».

Más allá de los gastos, la máxima representante de este colectivo social aseguró que «hemos tenido mucha suerte con los trabajadores que nos han llegado -los quince desempleados que no pertenecen a la asociación-. Se sienten trabajadores porque tienen un sueldo y un empleo. Nuestros jóvenes están encantados con ellos. Cuando han llegado allí y han visto el esfuerzo de las personas con discapacidad se han puesto en su piel. De esta forma, se han dado cuenta de que la vida les ha permitido contar con un buen desarrollo de la inteligencia. Este feedback de valores, que se produce entre ambos, hace que el taller funcione perfectamente».

Inserción laboral

La asociación Aspanido, desde su formación, se afana por ponerse al servicio de los más desfavorecidos y «gracias a Dios, se nos abren todas las puertas». En este sentido, Juan Zarzuela recordó que han organizado diferentes talleres. Así, indicó que «lo primero que hicimos fue una escuela taller para afrontar la exclusión social de personas marginadas pertenecientes a distintas barriadas de la periferia de Jerez. Fue gratificante que aquellos jóvenes prefirieron reinsertarse en el mercado laboral, pese a que tenían vidas más sencillas y podían ganarse el triple o el doble haciendo actividades no lícitas».

jaguilar@lavozdigital.es