EXTREMA POBREZA. Algunos de los niños que viven y trabajan en los 'slums'. / FOTOS: ZIGOR ALDAMA
Sociedad

En busca del verdadero 'Slumdog Millionaire'

LA VOZ busca en las barriadas de chabolas las historias reales en las que se basa la película que ha arrasado en los Oscars y que ha revolucionado India

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En Dharavi no abundan los televisores y no hay un solo cine. Sin embargo, en la mayor barriada de chabolas del mundo, más de un millón de personas vibró ayer por la mañana (hora local) con la ceremonia de los Oscars. En juego estaba que una película cuyos protagonistas han salido del barrio alcanzara el nirvana cinematográfico. Slumdog Millionaire se llevó ocho estatuillas en la noche más mágica del cine, que no se había seguido en India con tanta expectación desde que Gandhi, de Richard Attenborough, arrasó en la edición de 1983 con el mismo número de premios.

Y nunca antes había una película causado tanta controversia en el país. La historia de Jamal Malik, el niño de la barriada que consigue 20 millones de rupias en el show televisivo ¿Quiere ser millonario? ha dividido a India. Ha causado malestar entre las clases media y alta del país, que se resume en la columna que el director de cine indio Priyadarshan publica en el último número de India Today, dedicado al fenómeno que ha provocado el filme de Danny Boyle: «Se trata de una explotación intencional y absoluta de India ( ) y no es más que una mediocre película de Bollywood».

Sin embargo, entre las clases más desfavorecidas del país no se piensa lo mismo. Muchos niños y jóvenes de las innumerables barriadas de chabolas en las que viven decenas de millones de personas se ven reflejados en los personajes de la película. Samar Adhikari, por ejemplo, tiene 20 años y es un chaiwallah, repartidor de té, como el Jamal Malik de la segunda parte del filme. Gana unas 150 rupias al día (unos 2,5 euros) y combina dos trabajos en oficinas diferentes para conseguir un salario que les permita vivir a sus padres, el abuelo y sus cinco hermanos. Todos ellos se hacinan en unos 20 metros cuadrados delimitados por chapas, plástico de sacos, y algo de Uralita, «que impide que se inunde la casa cuando llega el monzón».

Pesadillas reales

Adhikari leyó hace un año la novela de Vikas Swarup, Q&A, en la que está basado el largometraje. Aprovechó que entonces vendía libros fotocopiados en un semáforo de Bombay, y que forma parte del 25% de la población de la barriada que está alfabetizada. «Leí la contraportada y me enganchó. Se me hizo duro terminar el libro porque muestra muchas verdades dramáticas de nuestra vida cotidiana». Meses después, fue de los primeros habitantes de Dharavi que vio la película de Boyle. «Es entretenida, y los niños, que son también del slum, hacen un trabajo genial. Pero hay demasiada comedia y romance. Nuestra vida es mucho peor».

Putul Kha tiene 15 años, es huérfana y mendigaba hasta que la rescató de la calle la ONG local Aamrae, que recibe fondos de UNICEF. Ella formaba parte de una mafia similar a la que retrata Slumdog Millionaire. «Nos recogían de la calle y nos ofrecían un lugar donde quedarnos y comida. A cambio, teníamos que mendigar a la salida del centro comercial. Si no conseguíamos más de 80 rupias (1,2 euros), nos dejaban sin comer». Afortunadamente, respetaron su integridad física. Pero reconoce que es cierto que conoció a niños de otras mafias a los que habían mutilado para que dieran más pena y fueran más rentables. «Les han destrozado la vida».

Kha también tuvo suerte de que no abusaran sexualmente de ella. Aunque el guión de Slumdog Millionaire ha preferido pasar de puntillas por este grave problema, está muy presente en las barriadas de chabolas de todo el país. Urmi Basu, directora de la ONG local New Light, liga las violaciones al alcoholismo, algo que también hace Swarup en su novela, en la que el protagonista es testigo de los abusos sexuales que un padre inflige a su hija, «algo dramáticamente común». Haida es la enfermera que se hizo cargo de A.S. Con el manual de UNICEF para oficiales médicos en la mano, examinó el cuerpo de la niña. En las páginas se detallan los pasos que ha de seguir en la exploración para determinar si ha recibido abusos sexuales. Efectivamente, había desgarros anales con sangrado. Además, los cambios en la piel y la fístula demostraron que el abuso no fue puntual, sino prolongado en el tiempo.

Críticas

Alrededor de 700 millones de personas viven en India con menos de 20 rupias diarias (30 céntimos de euro). Un número similar de habitantes no tiene un baño en el que hacer sus necesidades. En barriadas como Dharavi, los ríos se convierten en torrentes fétidos y negros, y la tragedia es un elemento común del día a día. La mortalidad infantil es cinco veces superior a la de las urbes en las que se encuentran, la esperanza de vida una década menor, y, sin embargo, al grueso de la clase media india no parece importarle demasiado. «Prefieren mirar hacia otro lado y disfrutar de una película que les ofrezca entretenimiento puro y duro, nada que pueda poner en tela de juicio a la sociedad de nuestro país», reconoce Avantika Akerkar, actriz natural de Bombay que ha participado en una treintena de producciones indias.

Para Dipak Biswas, representante de la ONG PBKOJP, que trabaja con niños de los slums de Calcuta, quienes denostan la película y la tachan de «pornografía de la pobreza para el público occidental», como se publicó en una crítica del rotativo británico The Times, son víctima de «un arranque de ultranacionalismo rancio que obvia la realidad del país, mucho más dura que la que se muestra en la película». De hecho, Danny Boyle también ha sido criticado en India por suavizar, u obviar por completo los temas más espinosos que sí tienen su espacio en la novela. «Tiene un final muy de Bollywood y una visión excesivamente hollywoodiense», asegura Akerkar. «Pero Boyle ha sido valiente a la hora de mostrar la vida en los slums, y ha tenido un cásting excelente».

En cualquier caso, Slumdog Millionaire ha conseguido que una gran parte de la población india se interese por lo que sucede en las barriadas de chabolas. Buen ejemplo de ello es la investigación que publicó ayer en portada The Times of India, en la que analizaba las luchas de poder en los slums en las que participan la Policía y políticos corruptos. A Biswas no le cabe duda de que tales informaciones no habrían visto la luz de no ser por el filme.

Los niños que protagonizan el filme viven en un poblado de chabolas de Bandra, al noroeste de Bombay. Los tres niños que actúan en los roles principales ganan ya cientos de miles de rupias, y acudieron de punta en blanco a los Oscars. Sin embargo, el mismo periódico se hacía eco de las quejas de los vecinos de Bandra, que aseguraban que el resto del reparto infantil sólo había recibido 50 rupias (85 céntimos de euro) al día. A pesar de la envidia, toda la barriada se conjuró ayer para que Slumdog Millionaire, que lleva recaudados más de cien millones de euros (costó en torno a doce millones), tuviera éxito en el Teatro Kodak de Los Angeles.

Sahana Katun tiene nueve años y es huérfana. Ella no quiere ganar 20 millones de rupias. Quiere cantar y convertirse en una estrella como Freida Pinto, que da vida a la Latika más madura. Ella tiene suerte. New Light le ha dado una oportunidad en su casa de las niñas. Aquí escapa del drama de las barriadas, se alfabetiza y da rienda suelta a su pasión: el baile. Sólo echa de menos una cosa: «Que no todos mis amigos pueden venir aquí y tienen que trabajar». Ellos son los verdaderos slumdogs (perros de la barriada), y no tienen nada de millonarios.