Binyam Mohamed. / AP
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El primer preso liberado en Guantánamo llega a Londres

Uno de los últimos testimonios que se conocían de Binyam Mohamed, recogidos por la organización Reprieve, que ha defendido a los presos en la base militar de Guantánamo, dice: «Lo siento pero no tengo sentimientos cuando hablo sobre el pasado, porque me he cerrado. Tendréis que imaginar mis emociones, porque mi cabeza parece muerta».

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Cuando descendió ayer del avión que le llevó desde el penal en Cuba a la base área de Northolt, en el oeste de Londres, el primer preso liberado de Guantánamo tras la decisión de la nueva Administración de EE UU de cerrar el penal, sus abogados emitieron un comunicado en el que decían que Mohamed no quiere hablar en público, sino llegar a un lugar tranquilo y recuperarse.

Su caso es, sin embargo, uno de los mejor documentados entre los detenidos en la guerra contra el terrorismo islamista y permite reconstruir el espeluznante itinerario que ha recorrido durante siete años este hombre de 30 años, nacido en Etiopía, que llegó a Reino Unido en 1994 como refugiado político, con 15 años.

Según su confesión, fue a Afganistán en 2001 porque quería vivir en un país musulmán tras su conversión. Achaca a las malas compañías el hecho de que en Londres se familiarizase con las drogas. Tras el 11-S, se fue a Pakistán. Iba a emprender un vuelo a Londres cuando fue detenido acusado de un posible delito relacionado con su pasaporte. Según se dijo, mantuvo en Pakistán alguna entrevista con agentes del servicio británico de inteligencia, que le incitaron a colaborar. Fue torturado en Pakistán durante tres meses, con presencia de agentes de la CIA, según su testimonio, avalado por las organizaciones que han investigado el caso. Y fue enviado a Marruecos. El objetivo era lograr la impunidad para torturarle.