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Bermejo se prepara para hacer pública su dimisión. / REUTERS
ESPAÑA

Bermejo tira la toalla vencido por la judicatura

El ministro de Justicia se va por sorpresa, debilitado por la cacería con Garzón y sin apoyos en el Gobierno

MATEO BALÍN
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Superado por el éxito de la huelga de jueces y debilitado políticamente por la cacería que compartió con el juez Baltasar Garzón, Mariano Fernández Bermejo no esperó a una futura remodelación de Gobierno y puso en práctica hoy su decisión de abandonar sus responsabilidades al frente del Ministerio de Justicia.

Fernández Bermejo comunicó su dimisión al presidente del Gobierno ayer, pero su intención irrevocable ya la conocía Rodríguez Zapatero desde el pasado jueves, lo que le dio tiempo suficiente para buscarle un sustituto: Francisco Caamaño, catedrático de Derecho Constitucional, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y hombre de confianza del propio presidente desde que compartieron los trabajos de preparación y negociación del nuevo Estatuto de Cataluña.

La salida de Fernández Bermejo se gestó en estas dos últimas semanas y en ella influyeron tanto cuestiones del ámbito público como privado que acabaron por «superarle», según fuentes gubernamentales.

La puerta de salida la entreabrió la confirmación de que compartió montería en Jaén con el juez Garzón cuando éste acababa de ordenar la detención de supuestos implicados en una trama corrupta que salpicaba al Partido Popular, lo que le puso en el disparadero de la oposición.

Confirmada una cacería que él mismo calificó como «seguramente inoportuna», un reguero de datos negativos le mantuvo ya a diario en el disparadero, como el hecho de haber cazado sin licencia en Andalucía o en un finca del Estado en Toledo que está protegida. Y en medio de ese chaparrón, el éxito de la primera huelga judicial de la democracia.

Fernández Bermejo quiso dar la cara ayer, pero lo hizo en una multitudinaria rueda de prensa en la que no aceptó preguntas. Señaló que no llegó al Ministerio «a estar pegado al banco» y reconoció un par de veces que sus circunstancias están siendo utilizadas como munición gruesa contra el proyecto socialista, por lo que «lo que debe de hacer uno es evitarlo y marcharse a otro lado», en referencia a una nueva etapa que se le abre como diputado del Grupo Socialista en el Congreso, escaño que desea conservar.

Sereno, aseguró que la mejor defensa para el trabajo político que él y su equipo se habían propuesto cuando llegaron al ministerio es que «otra persona con un nuevo impulso lo continúe». «Nadie es indispensable y nadie debe estar amarrado a un puesto si no es para servir», concluyo entre aplausos de su equipo.

El episodio de la cacería debilitó su imagen. Ningún miembro del Gobierno salió en su defensa cuando más arreciaron los ataques de la oposición, y socialistas como el candidato a 'lehendakari' Patxi López o el presidente del Congreso, José Bono, criticaron la torpeza de su actuación. Pero lo que acabó por defenestrarlo fue el paro judicial del 18 de febrero. Días atrás, Fernández Bermejo había emprendido una campaña personal para «minusvalorar» y, a juicio de los propios convocantes, «desprestigiar y dividir» a la judicatura de cara a la huelga.

Consiguió resquebrajar la unidad de la carrera judicial, pero no pudo frenar el apoyo a la protesta. Su predicción de que el paro iba a ser secundado sólo por «una minoría», algo que sostuvo incluso con la protesta ya en marcha el mismo miércoles, se volvió en su contra como un bumerán. La movilización fue un éxito tanto por el seguimiento -apoyada por el 35% de los jueces según el Poder Judicial; por el 60% según los manifestantes- como por la imagen de fuerza que dieron los jueces. Con el horizonte puesto en el 26 de junio, fecha en la que está programada la próxima huelga si el Ministerio de Justicia no satisface las demandas incluidas en el documento reivindicativo de la carrera judicial, la situación se hizo insostenible.

La huelga convocada en junio puede ser no ya mayoritaria, sino total, y contra eso Fernández Bermejo tendría que haber batallado en estos próximos cuatro meses debilitado por sus deslices cinegéticos. Una tarea a priori «compleja», en amable valoración de un compañero del Gobierno.

El miércoles de la huelga se pavoneó en el Congreso ante la oposición y rechazó dimitir porque «tengo que trabajar por este país». Pero el jueves comunicó al presidente Rodríguez Zapatero su convicción de que no debía asistir al Consejo de Ministros del viernes.

Según fuentes gubernamentales, el presidente rechazó la iniciativa, pero la mecha quedó encendida. Ayer, según colaboradores de Fernández Bermejo, una simple llamada le bastó para obtener inmediata audiencia en La Moncloa, y en apenas una hora de conversación la dimisión era un hecho.

Rodríguez Zapatero incluso tenía previsto ya el relevo. En presencia de Fernández Bermejo, llamó a Caamaño, al que sorprendió en plena campaña electoral gallega, a la que había acudido a echar una mano a sus compañeros del Partido Socialista de Galicia. De inmediato, avión de regreso a Madrid para recoger su despacho en el Ministerio de la Presidencia. Hoy jurará su nuevo cargo ante el Rey y después tomará posesión en la sede del ministerio.

Ilusión y responsabilidad

«Asumo el cargo con ilusión y con sentido de la responsabilidad», señaló Caamaño una vez conocida la noticia, y añadió que «Fernández Bermejo ha sido un gran ministro y me consta que ha puesto en marcha muchos proyectos de modernización de la Justicia; espero continuarlos y hacerlo lo mejor posible para el Gobierno y para los ciudadanos».

Sin hacer alusión expresa a los serios problemas que aguardan su desembarco en Justicia, Caamaño sí quiso avanzar que «el diálogo y el consenso ha caracterizado y caracteriza a este Gobierno y espero seguir en ese camino».

Fuentes gubernamentales confirmaron que la dimisión de Fernández Bermejo aleja la posibilidad de una crisis de Gobierno porque Rodríguez Zapatero quiere «poner en valor» el gesto del ex ministro y presentarlo como «ejercicio de responsabilidad» a imitar que quedaría minusvalorado de vincularlo a un cambio ministerial más amplio.

Zapatero agradeció anoche a Fernández Bermejo, en una entrevista en Antena 3, el haber presentado su dimisión para «no crear más problemas al Gobierno». El presidente aseguró que, en cualquier caso, él no habría ordenado su cese.