Heath Ledger caracterizado como Joker en su película póstuma 'El caballero oscuro'. /Archivo
OSCAR 2009

Heath Ledger: La escalada al mito de un juguete roto

El actor australiano recibe a título póstumo un merecido Oscar al Mejor actor secundario por su papel de Joker en el 'El caballero oscuro'

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La impactante y repentina muerte de Heath Ledger y su no menos impactante interpretación como Joker en El caballero oscuro no dejaban mucha opción a la sorpresa en la categoría de mejor actor secundario, que completan Philip Seymour Hoffman, Michael Shannon, Josh Brolin y Robert Downey Jr.

Es, con permiso de Kate Winslet, el Oscar más cantado de la noche. El Joker juega, sin trampas, todas las cartas para ganar: una interpretación impactante en una producción que ha reventado las taquillas y, sobre todo, el halo maldito y ya legendario de un actor, Heath Ledger, en su trabajo postmortem.

El australiano, que falleció a los 28 años el 22 de enero de 2008 en Nueva York por una sobredosis accidental de fármacos, parece seguir la senda del mito a lo James Dean, de la muerte del rebelde sensible que no supo manejar su propio talento, el que ya le hizo finalista al Oscar también por Brokeback Mountain hace tres años.

Ledger devora la película El caballero oscuro con un personaje en el que Christopher Nolan deposita el magnetismo de su obra: una osada revisitación del villano que ya hizo Jack Nicholson pero con un lado más filosófico, más caótico, más destructor. El actor creó para su penúltima película -ya que dejó a medio rodar The Imaginarium of Doctor Parnassus, de Terry Gilliam- una interpretación que juega con el abismo del exceso pero que siempre está en su justa medida: en el escalofrío de un psicópata sumamente creíble y muy inteligente.

Se fue en la cima del éxito

Heath Ledger había comenzado a despuntar en su país, Australia, gracias a una equilibrada combinación de talento y atractivo físico. Pronto llamó la atención de Hollywood, donde sus primeros éxitos fueron El patriota (2000) y 10 razones para odiarte (1999), para luego protagonizar en solitario Destino de caballero (2001).

Coqueteó con el cine independiente en Monster's Ball (2001) y Ned Kelly (2003); salió poco airoso de la fallida superproducción Las cuatro plumas (2002) y finalmente llegó su año: 2005 y tres personajes muy diferentes: Casanova, uno de Los hermanos Grimm y Ennis Del Mar en Brokeback Mountain, de Ang Lee, donde deslumbró por su sencillez a la hora de pasar de la cobardía a la fidelidad y de la crisis de identidad a la determinación en el papel de un vaquero homosexual.

Volvió a Australia para rodar una crónica del infierno de la drogadicción en Candy (2006) y fue uno de los seis actores elegidos por Todd Haynes para interpretar a Bob Dylan en I'm Not There (2007).

Y entonces, cuando su estrellato estaba preparado para consolidarse, sucedió la tragedia que consternó a Hollywood. El mito se verá con los años, pero el Oscar, además de oportuno, es merecido. Un hito que comparte con Peter Finch y que acariciaron otros muchos, como Massimo Troisi o Spencer Tracy. El Globo de Oro, el BAFTA y un sinfín de premios de la crítica dejaban pocas opciones a la duda, el Oscar llevaba su nombre.