Elecciones abiertas
La trascendencia que han adquirido para la situación política española las elecciones vascas y gallegas que se celebrarán dentro de una semana contrasta con la atonía con la que vienen desarrollándose hasta la fecha las campañas en ambas autonomías. Un enfriamiento del ambiente electoral que resulta particularmente llamativo en Euskadi, donde la intolerable incursión de la violencia callejera y el acoso a los candidatos de los partidos democráticos vuelve a erigirse en una anomalía que precisa ser respondida por el veredicto incontestable de las urnas. Los sondeos preelectorales, incluida la encuesta que hoy publican los periódicos de Vocento, apuntan a un resultado incierto a fecha de hoy, en el que cabrían distintas variables en la conformación de Gobierno en función de cómo se solvente la pugna polarizada entre el actual lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el socialista Patxi López. Pero sea cual sea el escrutinio, el interés común de toda la sociedad vasca demanda la superación del extenuante período en el que la comunidad ha estado gobernada por coaliciones en minoría que, presididas por Ibarretxe, han pretendido hacer de su precariedad virtud. Al agotamiento de este modelo se suma la constatación de que los grandes problemas que aún tiene pendientes Euskadi, como son el terrorismo y la definición consensuada de su futuro marco estatutario, y las dificultades derivadas de la crisis económica exigen que el próximo Ejecutivo autonómico esté sustentado por mayorías amplias y sólidas.
Actualizado: GuardarSocialistas y populares libran una batalla distinta en estas elecciones, dado que mientras en el País Vasco ambos pugnan, desde posiciones no coincidentes, por promover la alternancia al nacionalismo gobernante, en Galicia compiten directamente por el poder. Si hasta ahora se había interpretado que unos resultados decepcionantes en ambas comunidades cuestionarían el liderazgo de Mariano Rajoy al frente el PP, las dificultades que atraviesa el partido a raíz de las tramas de espionaje y de corrupción y la influencia negativa que éstas podrían ejercer sobre sus opciones electorales han conferido al escrutinio una relevancia que compromete ahora al conjunto de la organización y a su fortaleza opositora. Mientras Galicia pondrá a prueba el liderazgo del PSOE frente a la capacidad para dar el vuelco de los populares, de lo que ocurra en Euskadi dependerá que el Gobierno de Zapatero transite el resto de la legislatura con o sin el apoyo del nacionalismo vasco.