ABRAZO. Navas y Palop. / EFE
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El Sevilla se impone al Atlético de Abel Resino y le aleja de la Liga de Campeones

El Sevilla dio un paso enorme en sus aspiraciones de Champions al deshacerse a última hora de un Atlético que quizá mereció algo más y, curiosamente, cayó cuando entró Agüero y se abrió en busca del triunfo. El choque estaba abocado a un empate táctico y aburrido en el Pizjuán pero Forlán erró su ocasión en la primera parte y Navas no perdonó en el tramo final. Los rojiblancos, que sólo han cosechado una victoria en tres partidos con Abel, se acostaron a ocho puntos de los hispalenses.

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Fue un duelo muy físico, marcado por el terrible choque entre las cabezas de Romaric y Perea que dejó al colombiano tieso sobre el césped primero, en la camilla con un collarín y una mascarilla de oxígeno después, y en el hospital toda la noche en observación.

Por suerte quedará en un susto, ya que Perea llegó sonriente a la ambulancia, pero de tal magnitud que dejó a todos helados. El sevillista también tuvo que retirarse, por su propio pie pero con una brecha considerable.

Entre que los jugadores se quedaron en el corazón en un puño, la grada asustada y el sistema ideado por los dos técnicos fue de lo más conservador, apenas se veía fútbol. Mucha presión, superpoblación de hombres en el centro del campo, líneas juntas y enormes dificultades para tocar. Lo intentaba algo más el Atlético , pese a tener al padre Agüero y Maxi de inicio en el banquillo, y el Sevilla era más directo.

Muchas faltas, demasiadas caídas a la piscina, sobre todo por parte de Capel, y dos jugadas reseñables antes del descanso. Una gran internada de Simao que desperdició bajo palos Forlán por un bote maldito y un latigazo de Navas que lamió el palo que defendía Leo Franco. Como de punto en punto no se llega a ningún sitio, Abel fue algo más osado en la reanudación. Primero entró Maxi por Pernía y, a falta de 20 minutos Agüero. Ya en los dos primeros balones que tocó, el Kun generó peligro y aportó algo diferente. Pero el Atlético se vio impotente y el Sevilla, mermado por las lesiones, aguantó hasta que apareció Navas.