FIGURA. Raúl volvió a ser clave en la victoria de los suyos. / EFE
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El Real Madrid roza la excelencia a cuatro días de enfrentarse al Liverpool

Con un Raúl que estuvo una vez más grandioso, le endosó un set a un Betis fantasmagórico en la primera parte y luego descansó pensando en la Champions

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Vaya por delante que el Betis fue un equipo fantasmagórico en el Bernabéu, pero el Real Madrid, con un Raúl extraordinario, ofreció excelentes noticias en vísperas del doble duelo ante el Liverpool que marcará su temporada. Sólo necesitó un tiempo y no se desgastó.

Goleó, disfrutó, dio sensación de ser una máquina bien engrasada y, lo que todavía es más importante, demostró que su autoestima está por las nubes. Tanto agradaron y se gustaron los blancos que hasta su afición, hasta ahora escéptica sobre el futuro a corto plazo con Juande Ramos, comenzó a pensar que la caza del Barça y la décima son posibles. Y más tras saber de los nervios repentinos del Barça.

Juande habló de rotaciones y repitió el once que goleó en El Molinón, lo que le permitió reservar hasta la segunda parte (con 6-1 en el marcador) a los reaparecidos Guti, Robben y Sneijder. Y la apuesta le salió al manchego a las mil maravillas por varias y poderosas razones. Tanto que a buen seguro le entrarán algunas dudas de cara al miércoles, donde le aguarda un adversario correoso, mucho más que los once amigos verdiblancos que ayer se encontró por el Paseo de la Castellana. A día de hoy, ni Sneijder ni Guti tienen la titularidad asegurada.

El juego de tiralíneas del Madrid levantó al fin de sus asientos a su exigente parroquia, distante cuando los suyos ganaban por la mínima y a lo Capello. Toque, pared, desborde, pegada y buena presión para la recuperación. Todas las virtudes que adornan a los grandes equipos. Enorme partícipe de esa excelencia fue el 7, el gran capitán. Jugó como en Gijón, un poco más retrasado. Así, el Madrid es más versátil, dinámico y llegador. Raúl sabe desmarcarse, apoyar al compañero y dar ese pase que ni Gago, ni mucho menos Lass, poseen. Hizo de Guti y ratificó que es uno de los mejores goleadores de todos los tiempos.

Marcelo volvió a dejar patente que, como ataca mucho mejor que defiende, brilla más de centrocampista, casi extremo, que de lateral. Apareció mucho y casi siempre bien, poniendo además balones de gol. Con él en una banda y el perseverante Higuaín en la otra, el Madrid tiene un dibujo más simétrico que con Robben, a quien ya no se considera imprescindible, y Sneijder. En seis minutos, del 35 al 41, Raúl firmó dos goles de crack. Primero, golpeó a la primera con el interior y desde fuera del área un pase fuerte de Marcelo. Sorprendió a todos y sobre todo a Ricardo, pésimo toda la tarde-noche. Luego, recibió de Gago, se internó y firmó una cuchara grandiosa. Tras el descanso no apareció pero se le vio más sonriente que nadie en el banquillo.

De dulce

El Pipa también está de dulce, tanto que ya suma 14 goles en este curso, el de su consolidación. Abrió la cómoda senda del triunfo tras driblar a Ricardo como saben los buenos delanteros, sin que le temblaran las piernas ni se le nublaran las ideas.

Mención especial para Ramos. Se quejaba con Schuster de comerse todos los marrones y se le ve feliz con Juande. Volvió a ser ese defensa imponente, ganador de todos los balones disputados y peligroso en ataque. Su gol definió el estado del Madrid...y del Betis. Sacó una falta Heinze, un lateral, y la cabeceó el otro lateral. Y queda Huntelaar. No podrá estar ante los reds pero, por segunda jornada consecutiva, acreditó su condición de goleador, de oportunista por arriba y por abajo. Contó con la colaboración del portero pero no dudó lo más mínimo. Comienza a rentabilizar parte, aunque de momento sea ínfima, de los 27 millones que costó. Curiosamente, las únicas dudas las sembró esta vez Casillas, algo distraído, quizá absorto ante la exhibición de sus compañeros.

Se tragó un soberbio pero lejano disparo de Ricardo Oliveira y, con 3-1, pudo dar vidilla al partido en un despeje que se convirtió en un pase magnífico al brasileño. La cruzó tanto el ex zaragocista que se fue al palo. Un susto que despertó a un Madrid que ya comenzaba a sestear, que metió otros tres en un santiamén y que pudo dormir plácidamente en la reanudación. Nada que ver este Betis de Chaparro con el que ganó en el Pizjuán y empató con el Barça. Tras nueve victorias consecutivas, toca jugar ante el Liverpool.