DELICIAS. Marta Piegrzyk es polaca y atiende la nueva panadería alemana. / FRANCIS JIMÉNEZ
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El Mentidero más políglota

Varios negocios de extranjeros, alguno de ellos de apertura reciente, le dan la vuelta a una de las plazas más degradadas y conflictivas de la ciudad en el pasado

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U na vez le preguntaron a Giorgio Armani cuál era su perfume favorito. Seguramente, con la idea de que pronunciara en francés el nombre de una rebuscada fragancia. Pero no. «El aroma del pan recién hecho». Así se despachó el modisto dejando patidifuso (seguramente) al periodista del Vogue. Esos olores, los del scharzbrot (pan negro alemán), y esos sabores (el helado con galleta de Alessandro) son los que atraen cada día a decenas de extranjeros a adquirir los productos de su infancia, como si fueran el famoso personaje de Ratatouille, Anton Ego. Pero también a no pocos gaditanos que han visto cómo la plaza del Mentidero se ha ido transformado poco a poco, gracias a los nuevos negocios que se han establecido allí, algunos de ellos impulsados por extranjeros.

El primero en llegar fue Christophe, un alemán que se encontraba dando la vuelta al mundo y que cuando llegó a Cádiz decidió que no había por qué seguir más. Que ahí estaba el lugar en el que quería vivir. Abrió su bar, el Gotinga, en 1998 y hace tres meses, amplió el negocio con un nuevo local. Desde el famoso vino caliente alemán, pasando por todas las marcas de cerveza -fría, por favor- que el ser humano pueda imaginar y sólo unas pocas mentes memorizar. La parte gastronómica está basada en la cocina alemana, pero con reminiscencias andaluzas. El ambiente es tranquilo y la decoración, en tonos fuertes mezclados con madera, invita a arrellanarse y pedir el café.

El postre, eso sí, hay que tomarlo al otro lado de la plaza, en PANaíso. Detrás de ese juego de palabras casi infantil se esconde la ilusión de otra alemana, Olga, que puso esta pastelería después de tener su propio negocio y horno en Conil. Aquí se puede encontrar desde ese famoso pan negro hecho con centeno hasta pasteles con nata, queso, amaretto, frutas del bosque o yogur. Detrás de la barra, la polaca Marta Piegrzyk, explica las diferencias entre los dulces españoles y los alemanes, que precisamente estriban en que los germanos tienen menos azúcar y en que la forma de cocinarlos también es diferente.

Tres veces más barato

Marta explica que los propietarios eligieron este local, «porque era tres veces más barato que en la plaza de Las Flores», pero están encantados, porque está cerca de la Universidad y de camino a la plaza de San Antonio. Además, han sido muy bien recibidos en el barrio. «Mucha gente de Cádiz ha venido por aquí y nos ha deseado suerte», explica esta mujer polaca que ha residido durante un tiempo en Alemania.

La panadería ha sido la última, pero desde que se estableció el Gotinga hasta ahora ha habido otro negocio de un extranjero. Es probable, sin embargo, que el término no se ajuste a la situación de ninguno de ellos. Mucho menos para Roberta Montanari de Génova y el milanés Alessandro Sala, ambos de lo más integrados en suelo gaditano. Conocieron la ciudad cuando viajaron a Chiclana de vacaciones. La historia es calcada a la de Christophe: les gustó y simplemente decidieron quedarse. ¿Para siempre?... Bueno, de momento además de esta heladería en el Mentidero, que presume de recetas tradicionales y artesanales, tienen otro local en la plaza de Candelaria, esquina Santo Cristo, al que en marzo incorporarán la variante de las pizzas. Hechas por un pizzero de los de verdad (uno entiende la diferencia sólo cuando las prueba).

El Mentidero ha cambiado, sí. Los negocios innovadores, los sitios con encanto han ido arrinconando esa imagen de plaza denostada que tenía hasta hace poco. No hay más que darse una vuelta por allí para entender las diferencias. Como pasa con las pizzas.

mcaballero@lavozdigital.es