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Golpe talibán en el norte paquistaní
Islamabad es incapaz de controlar la violencia sectaria que se cobró 30 víctimas chiíes en un atentado suicida en un funeral
Actualizado: GuardarMás de treinta personas perdieron la vida y otras cincuenta resultaron heridas tras el ataque de un suicida contra los más de 1.500 asistentes al funeral de un célebre líder religioso chií en Dera Ismael Khan, ciudad situada a 270 kilómetros al suroeste de Islamabad y que forma parte de las NWFP (Provincia de la Frontera Noroeste). El clérigo había sido asesinado la víspera a manos de un pistolero en mitad de un mercado y desde entonces las fuerzas de seguridad permanecían en estado de máxima alerta ante la posibilidad de nuevos ataques. Tras el atentado suicida, decenas de personas enfurecidas atacaron un puesto de control policial. Pero ni en los distritos de las NWFP, ni mucho menos en las agencias tribales de las FATA (Zonas Federalmente Administradas), es Islamabad quien impone la ley.
El conflicto entre sectas es cada vez más importante en la frontera con Afganistán y han aumentado las agresiones contra la minoría chií ante la impotencia de un Gobierno central incapaz de hacerse respetar. Sus órdenes, sus miles de soldados desplegados y todo el apoyo militar de Estados Unidos -preocupado por mantener bajo control el frente paquistaní para mejorar así la situación de seguridad en la vecina Afganistán- son insuficientes y ante una situación que ha costado la vida a miles de personas desde julio de 2007, fecha en la que se rompió la última tregua tras la operación contra la Mezquita Roja de Islamabad, finalmente han optado por negociar un nuevo alto el fuego.
Paz por sharia (ley islámica), son los términos de este acuerdo que entrará en vigor en primer lugar en el distrito de Swat y que permitirá a los líderes tribales establecer un auténtico feudo talibán, al estilo del que existió en suelo afgano hasta el año 2001, a menos de doscientos kilómetros de la capital del país.
Refugio del yihadismo
La violencia entre suníes y chiíes ocupa un segundo plano para la comunidad internacional en un país en el que, según las agencias de inteligencia, podría estar refugiada la cúpula del yihadismo mundial. Entre otras cosas, este último acuerdo da carta blanca a los líderes tribales locales para tratar a la población chií como kufar (infieles) y de acuerdo a su particular interpretación del Corán, mezcla entre el código de honor pastún y la doctrina wahabista, matarlos.
Un año después de la victoria del Partido Popular de Pakistán (PPP) en las elecciones generales, sus dirigentes optan por una vía ya experimentada por el general Pervez Musharraf y que no ofreció los resultados esperados. El objetivo es que los pactos se puedan ir extendiendo por todo el norte del país para reducir así la inseguridad que asola Pakistán, uno de los países que más sufre la violencia en forma de actos terroristas.
La comunidad internacional, sin embargo, no mira por la estabilidad interna de Pakistán y teme que al igual que ocurre con agencias tribales como Waziristán, el alto el fuego sólo contribuya a la creación de nuevos santuarios para que los milicianos de la organización de Al-Qaida y los líderes talibanes tengan lugares seguros desde los que seguir su ofensiva contra las fuerzas de la Alianza Atlántica en suelo afgano.