El chileno Luis Sepúlveda gana el Premio Primavera
La mirada desengañada de tres amigos sobre su país y sus propias vidas. Pero no con lágrimas sino con humor. Ese es el planteamiento de la novela La sombra de lo que fuimos, con la que el chileno Luis Sepúlveda (Ovalle, 1949) se ha llevado los 200.000 euros del Premio Primavera de Novela, un galardón convocado por la editorial Espasa Calpe y Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Quedó finalista José María Beneyto con Los elementos del mundo, un crudo relato que explora los orígenes del nazismo y los sentimientos que afloraron a sus seguidores. Es la primera novela de Beneyto, por la que recibirá una recompensa de 30.000 euros.
Actualizado: GuardarDe madre vasca y padre jienense -y afincado en Gijón desde años-, Sepúlveda fue un rebelde irredento durante toda su juventud (y también de mayor). En la etapa de Salvador Allende trabajó en el departamento de Cultura. Se encargaba de difundir a los clásicos en ediciones populares. Tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet, en 1973, fue encarcelado. Estuvo dos años y medio entre rejas.
Gracias a las gestiones de Amnistía Internacional fue puesto bajo arresto domiciliario. Se escapó. Le volvieron a coger y a encarcelar, acusado de traición y subversión (28 años de condena).
Intervino nuevamente Amnistía Internacional. Le exiliaron a Suecia (iba a dar clase de Literatura española), pero en la primera escala (Buenos Aires) se fugó. De allí saltó a Uruguay, Brasil, Paraguay y Ecuador.
En Quito dirigió una compañía teatral y fue un privilegiado observador del impacto de la colonización en los indios shuar. De esta experiencia nació Un viejo que leía novelas de amor, novela traducida a 60 idiomas y que mereció importantes galardones, como el Rómulo Gallegos y el Gabriela Mistral. Hasta la fecha lleva vendidos más de 15 millones de ejemplares.
Buena parte de la década de los ochenta se la pasó surcando mares, en una de las embarcaciones de Greenpeace. La concienciación ecologista impregna casi toda su obra.
Sin acritud
«Sin acritud, sin herir a nadie, Sepúlveda traza con mirada cervantina una parodia de su país y de su propia vida», resaltó Ángel Basanta, uno de los miembros del jurado. «Con sutileza, ironía y contención no deja títere con cabeza», subrayó. Ni Pinochet ni Ceaucescu. Pero tampoco Allende y los ideales de juventud.