Eduardo García pone voz a la obra 'Frutos' de Pérez Villalta
El ensayista reivindica en 'Voces en el Museo' la prevalencia actual de los mitos
Actualizado: GuardarLa sonora batalla entre el mito y la razón está lejos de ser zanjada. Hubo un momento en que el ser humano necesitó construir algo que fuera más allá de la mera utilidad, de las cosas estrictamente necesarias para la más inmediata supervivencia física. Y la necesidad de explicarla. En ese instante surgieron los mitos, a los que sustituyeron la ciencia con sus aplastantes fórmulas. Sin embargo, esos mitos siguen presentes entre nosotros, según las explicaciones que puso encima de la mesa ayer el filósofo Eduardo garcía, que utilizó para su discurso la obra Frutos, de Guillermo Pérez Villalta.
Su exposición fue la última de Voces en el museo, en la que representantes de la intelectualidad ponen su discurso al servicio de la trascendencia de algunas de las obras. García eligió «deliberadamente» a Pérez Villalta por ser un artista contemporáneo y su obra sirvió de vehículo para relatar el idilio clásico pero actual entre mito y arte. «Los mitos han sido desplazados por el pensamiento racional aunque sobreviven en las artes plásticas, en la estética», dijo el profesor de Filosofía, que recalcó que «antes de la razón están los símbolos».
El árbol cósmico
La escena de Frutos lleva implícita una profunda carga de un mito muy antiguo: «el árbol cósmico», que fue incluso «anterior» al de la cruz y, en parte, su origen. «Hablamos de un simbolismo que se repite. El árbol representa el enlace entre el subsuelo (los muertos), la tierra (los humanos) y el el cielo (los dioses). El filósofo define la obra de Pérez Villalta como «sorprendente ya que el árbol es el hombre mismo, el hombre vegetal desde el que irradian todas las ramas del árbol en una perspectiva secularizada sin suelos y sin dioses en un mundo al que tiene que dar sentido él mismo».
García nació en Sao Paulo en 1965. Es hijo de españoles emigrados a Brasil, donde permaneció hasta los siete años de edad. Ya en España cursó la Licenciatura de Filosofía en Madrid, especializándose en Estética y obteniendo una plaza de profesor de Filosofía en Córdoba donde reside desde 1991. Ha publicado varios libros de poemas: Las cartas marcadas (1995); No se trata de un juego (dos ediciones: 1998 y 2004) o Horizonte o frontera (2003).