Movimiento militar
Con la decisión de enviar 17.000 efectivos suplementarios Afganistán, Barack Obama ha acelerado el anunciado despliegue militar en el país sin esperar ni a la retirada efectiva de tropas de Irak, ni al respaldo de los aliados a la nueva estrategia de EE UU para la región. La iniciativa se hizo pública horas después del regreso de Kabul del emisario norteamericano, Richard Holbrooke, a quien el presidente Hamid Karzai habría alertado del deterioro de la seguridad en suelo afgano, con la amenaza de una reactivación de la violencia talibán con la llegada del buen tiempo y el riesgo consiguiente para las cruciales elecciones presidenciales de agosto. La primera resolución de envergadura militar adoptada por el nuevo presidente de EE UU refleja su convencimiento de que la reconstrucción civil y política de Afganistán supone un factor decisivo para pacificar el área más convulsa del planeta, tras haber asegurado que Irak «fue una guerra equivocada en el país equivocado».
Actualizado: GuardarPero la ampliación del número de unidades militares no debería condicionar la línea estratégica de la Administración Obama, ni llevar a focalizar los esfuerzos, con ser imprescindibles, exclusivamente hacia el campo de batalla. Sigue siendo tarea pendiente ir preparando a la milicia local y las fuerzas policiales para apuntalar la seguridad con sus propios medios. Pero, igualmente, los aliados europeos de la OTAN que estudiarán hoy una respuesta al llamamiento de Obama para incrementar su presencia y medios en una guerra clave para combatir las tramas terroristas, están obligados a fijar un compromiso a la altura del desafío común. Lo que implica una evaluación realista de las necesidades militares que esté requiriendo el agravamiento del conflicto, cuya resolución exige en paralelo una mayor complicidad con las autoridades y el pueblo al que se dice querer amparar y la reducción a lo inevitable de los ataques aéreos que se saldan con víctimas civiles.