Dolor y mesura

a búsqueda infructuosa del cadáver de Marta del Castillo en el Guadalquivir está dilatando de forma desmedida la atención mediática sobre el drama que rodea el asesinato de la joven y amplificando también el eco emocional de cada uno de los detalles que van trascendiendo del mismo. El rastreo del río no debería llevar a minusvalorar los avances que ya se han realizado en la investigación; ni tampoco convertirse en una agónica palanca para seguir exhibiendo la intimidad de una familia rota. De la misma forma que nadie que no haya soportado una tragedia similar puede ponerse en la piel de sus padres, es humanamente comprensible que éstos pidan que se haga justicia con la instauración de medidas como la cadena perpetua. Son los casos extremos los que acaban subrayando las carencias del sistema penal. Pero la coherencia y eficacia del mismo depende, en buena medida, de que los responsables públicos se abstengan de pronunciarse al calor de la conmoción que provocan muertes como la de Marta.