¡Que me excomulguen!
Por fin pudo descansar en paz Eluana Englaro, la chica italiana que llevaba 17 de sus 38 años muerta en vida. La batalla que sus familiares han tenido que entablar con las autoridades de su país, con la iglesia y con un sector de la opinión pública, por fin se terminó. Como si no hubiese tenido bastante lucha viendo cada día cómo aquel cuerpo inerte iba deteriorándose, sin que le fuese permitido el reposo, su padre se ha visto obligado a una lucha cara al exterior contra quienes se creen en el derecho de manejar las vidas ajenas, los cuerpos y las almas de los demás.
Actualizado: Guardar¿De qué o de quién somos súbditos? ¿Quién es un presidente de gobierno para decidir hasta dónde puede llegar el sufrimiento? ¿Quién es un pontífice para inmiscuirse en los deseos de cada cual? Eluana, que había dejado bien clara su elección, que la había manifestado a su familia cuando a una persona cercana le sucedió algo similar, ha tenido que esperar (con su pobre cuerpo que imagino agotado y sufrido) 17 largos años para que le fuese concedido «el golpe de gracia», que hasta a un caballo o a un perro se le conceden.
El Vaticano amenazó con excomulgar a los políticos, familiares y personal médico que facilitaran la muerte de Eluana. Aparte del sinsentido de la amenaza (¿se puede expulsar a quien nunca pidió entrar en una organización?), no sé si el señor Benedicto se habrá dado cuenta de que dicha excomunión va a tener que ser masiva. A mí, por poner un ejemplo bien lejano, ya me puede ir enviando el finiquito.
Porque he contribuido (y como yo millones) a la muerte de Eluana, deseando con todo el corazón que lograse su voluntad, que rompiese el hilo de dolor que la ataba a nuestro mundo. A lo largo de todo el mundo, estoy segura de que éramos muchísimos quienes nos uníamos a la súplica del padre de Eluana y la ayudábamos, de algún modo, a bienmorir.