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Obama certifica su New Deal

El presidente de EE UU apuesta por la innovación y las deducciones fiscales en la firma del plan de estímulo económico

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Arropado por una entusiasta audiencia, Barack Obama regresó a Denver, la ciudad donde obtuvo la nominación para la presidencia, para firmar el ansiado plan de estímulo económico con el que pretende sacar a Estados Unidos de la crisis y de paso revitalizar los pilares que sustentan a la todavía economía más potente del planeta. Infraestructuras, educación, sanidad, energía. A estos cuatro capítulos dedicó los pasajes más sonoros de su discurso, equiparable en cuanto al tono y las pretensiones al pronunciado por Franklin Roosevelt cuando lanzó su famoso New Deal para combatir la Gran Depresión. «Realizar la mayor inversión en obras públicas desde los tiempos de Roosevelt», anunció el presidente. Además de autopistas y puentes, apostó por desarrollar el ferrocarril como el gran medio del siglo XXI en el que Estados Unidos está bastante retrasada en relación a Europa. Con los mismos aires innovadores se refirió al esfuerzo que se llevará a cabo en materia energética para que las fuentes de producción alternativas a los combustibles fósiles «se dupliquen en los próximos tres años».

Pero, ¿con qué rapidez se notarán los estadounidenses el plan de estimulo económico? ¿Quiénes se beneficiarán más? Obama presume de que todos los sectores de la sociedad notarán los efectos benéficos de los 787.000 millones de dólares -610.600 millones de euros-. La creación de puestos de trabajo directos es el gran objetivo de la medida, ya sea por la vía de los efectos benéficos que pueda reportar el aumento del consumo o por la puesta en marcha de las innumerables obras públicas que las diferentes administraciones podrán abordar a partir de ahora. En total, la Casa Blanca prevé que el plan ayudará a crear, o a evitar que se destruyan, tres millones y medio de puestos de trabajo.

Reducción de impuestos

El Gobierno confía en que la gran partida del paquete -92.220 millones de euros- destinada a deducciones fiscales para el 95% de los estadounidenses servirá para que cada contribuyente disponga de ocho dólares -seis euros- semanales adicionales en sus salarios, una cantidad que, según sus previsiones, estimulará el consumo y con ello ayudará a sacar al país de la crisis. La medida no deja de ser un experimento porque será la primera vez que una deducción fiscal impulsada por la administración se aplicará directamente en los cheques que reciben los trabajadores de sus empresas y no, como ha sido habitual desde que Bush puso de moda aliviar la presión fiscal, de enviar uno anual a cada contribuyente.

Entre 2001 y 2008, el Gobierno republicano puso en marcha varios paquetes de deducciones fiscales destinados también a impulsar el consumo. La respuesta de la mayoría de los estadounidenses fue meter directamente los cheques en el banco en forma de ahorro o para pagar sus deudas. Ninguna de esas acciones sirvió entonces para alcanzar los objetivos pretendidos de animar a los consumidores a gastar más.

Las deducciones fiscales, según la promesa de Obama, proporcionarán hasta 400 dólares -316 euros- a cada trabajador y 800 dólares -633 euros- a las parejas que hagan la declaración conjunta. El crédito se aplicará a las personas con ingresos por debajo de los 75.000 dólares -59.000 euros- al año o parejas que ganen hasta 150.000 -117.000 euros-. Los que ganen por encima de esas cantidades también notarán los descuentos.